La función actual de Jesús de Nazaret, Buda y todos los grandes Maestros espirituales

Comunicación realizada el 26/08/2020 (extracto textual de la sesión completa)

Contenidos:
-         Visita de Hermanos Superiores a los planetas habitados de todos los universos.
-         Objetivo de estas visitas.
-         La administración de cada planeta en el campo espiritual.
-         La necesidad del dolor para comprender la felicidad.
-         Cuando desencarnan los Maestros.
-         Nuestra percepción.
-         Límites que no podéis traspasar.
-         Trabajos en los planos desencarnados.
-         La frecuencia vibratoria de los seres espirituales y encarnados.
-         Captación de niveles vibracionales y limitaciones.
-         Los procesos evolutivos en los planos físico y espiritual.
-         La confirmación de las capacidades para aumentar el nivel vibracional.
-         Finalidad del contacto solo con escalones inmediatos.
-         Dirigir nuestros pensamientos y nuestras plegarias.

-       ¿Qué trabajo o función tiene actualmente Jesús de Nazaret, Buda y todos los grandes Maestros espirituales que ha recibido la humanidad?

Cada uno de los planetas habitados de todos los universos reciben periódicamente la visita de Hermanos Superiores, pero estas visitas, en forma encarnada, son solamente pequeños momentos en los que estos seres evolucionados, más evolucionados que el resto de los miembros que pueblan los planetas, están ahí para presentaros caminos que permiten dar saltos evolutivos importantes en el proceso de avance individual y colectivo de las humanidades de cada planeta.

Sin embargo, la administración de cada planeta en el campo espiritual, es permanente, de tal manera que, de acuerdo con la ley de Dios, cada planeta va cumpliendo con sus procesos. El dolor es necesario en muchos niveles inferiores, como el vuestro, porque gracias al dolor se comprende la felicidad.

Todos los Maestros que se encarnan aportan enseñanzas de gran valor para el progreso de las humanidades, y cuando desencarnan, normalmente, se quedan muy próximos, en el nivel de la administración de los planetas correspondientes.

Los Hermanos que os estamos aportando estas enseñanzas, estamos muy por debajo de la luz que desprenden los grandes Maestros de la humanidad, pero sí que sabemos que, a través de ellos, se nos otorgan las misiones que podemos estar desarrollando en cada momento como, por ejemplo, la que ejercemos con vosotros.

A pesar de tener libre albedrío todos los seres humanos, existen unos límites que no podéis traspasar, y para ello está la administración de cada uno de los planetas. Porque podría ocurrir que llegaseis a destruir un planeta completamente y, si no es la voluntad del Padre Eterno, eso no se realiza. Además, en los planos desencarnados, donde hay muchos más hermanos que en el plano encarnado, todos los procesos de aprendizaje, de recuperación de las almas que han quedado muy oscurecidas por experiencias terribles en el plano físico, el equilibrado de las energías, la definición de nuevas misiones a cumplir en las siguientes encarnaciones, todos esos procesos están administrados por los grandes Maestros que, en mayor o menor nivel de responsabilidad, dirigen todas estas actividades.

El Gran Maestro, Jesús de Nazaret, tiene una labor muy importante, y nosotros, que no somos capaces de verlo en toda su dimensión, entendemos que es el que tiene la mayor responsabilidad en la administración de este planeta. Pero no os lo podemos garantizar, porque estamos en un nivel muy por debajo del suyo.

-       ¿No lo habéis visto?

La vibración de todos los seres espirituales y encarnados tiene una frecuencia diferente, de acuerdo al nivel que cada cual ha ganado a través de su proceso evolutivo. Cuanto más baja es la vibración, es consecuencia de un mayor nivel de ignorancia, por el estado primitivo de sus procesos mentales y espirituales, y según van evolucionando los seres, su nivel vibratorio va subiendo, va elevándose, como consecuencia de ese incremento en cuanto a sabiduría y en cuanto a bondad, como respuesta a la ley del amor. Nuestra vibración es mayor que la vuestra, pero la vibración del Maestro Jesús es muchísimo mayor que la nuestra, y cada ser evolutivo es capaz de captar a todos los hermanos de su nivel de vibración y, si lo desean y es voluntad de Dios, también pueden bajar su nivel vibratorio para poder contactar con los hermanos de esos niveles más bajos.

Pero no podemos subir nuestro nivel vibratorio. Solo podemos hacerlo por medio del progreso personal, que principalmente se desarrolla en vuestros niveles, dentro de los planos encarnados. A partir de determinado momento, los espíritus se desarrollan lo suficiente como para no necesitar sufrir en los planos encarnados para poder seguir aprendiendo, y en ese momento sus procesos evolutivos se desarrollan en el plano espiritual exclusivamente.

Estos procesos consisten en el aprendizaje y en la experiencia. Todo nivel requiere de una confirmación de capacidades, de una demostración positiva de que se puede cumplir con ese nivel superior de responsabilidad, que implica alcanzar un nivel más elevado. En el momento en que todo esto queda superado, el nivel vibracional se incrementa, y así sucesivamente en todo el proceso de aproximación hacia Dios en el camino de la felicidad.

El Maestro Jesús, lo mismo que muchos otros Maestros de grados más elevados, suelen contactar con los Hermanos Espirituales que están, podríamos decirlo, un escalón por debajo de ellos, y así sucesivamente en toda la escala evolutiva. Esto tiene una finalidad muy compasiva, porque si nosotros experimentásemos el nivel vibracional del Maestro Jesús, y después volviésemos al nuestro, podríamos sufrir la tentación de pensar que no estamos en un nivel adecuado. Pero la sabiduría de Dios es infinita, y todos estamos en el nivel que nos corresponde.

Por tanto, nosotros no podemos contactar directamente con la vibración espiritual de Jesús de Nazaret. Pero eso no significa que no podamos dirigir nuestros pensamientos y nuestras plegarias a la figura de Jesús, aunque realmente lo importante es dirigir estas oraciones a Dios, porque él es el que se encarga de que quien corresponda pueda hacerse cargo de los efectos que deben de producir las oraciones.

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