¿Tiene cabida la fe ahora, en este mundo?

Contenidos:

-         Hasta dónde puede llegar nuestro nivel de sabiduría.

-         Alcanzar la verdad.

-         La fe en el aprendizaje y la evolución.

-         La fe también cambia.

-         Seguir a oscuras para poder avanzar.

-         Seguir a otros o avanzar por nuestra propia iniciativa.

-         Obstáculos en la oscuridad del camino.

-         Consolidando la fe.

-         La iluminación del conocimiento para facilitar el avance.

 

Dios es la sabiduría eterna, la sabiduría absoluta, y ninguno de los seres evolutivos podremos llegar jamás a su nivel de conocimiento, a su nivel de sabiduría. Porque Dios es eterno y absoluto en todo, y nosotros somos eternos y absolutamente aprendices, eternamente alumnos. Por lo tanto, siempre habrá conocimientos superiores a lo que nosotros podremos alcanzar en cada momento[1]. Y esto significa que la verdad es algo que jamás podremos llegar a alcanzar de un modo completo, por lo cual, nuestro conocimiento de la verdad siempre será limitado. Y según vayamos avanzando en el proceso de aproximación a la verdad, cuanto más avancemos, más dudas nos surgirán, porque tendremos a nuestra disposición un campo más amplio sobre el que poder investigar.

 

Y el hecho de aprender siempre es en base a la fe, porque se aprende lo desconocido, y no podemos avanzar hacia lo desconocido si no tenemos fe en poder alcanzarlo. No podemos dar pasos en las tinieblas si no tenemos fe en que vamos a alcanzar la luz[2]. Por tanto, la fe es condición necesaria para seguir evolucionando.

 

Pero la fe también cambia, según cambiamos cada uno de nosotros. La fe evoluciona con nuestra evolución, y el conocimiento que vamos adquiriendo de las realidades de la vida hace que los objetivos de nuestra fe vayan haciéndose cada vez, más profundos, más sutiles quizá, porque la sabiduría es como una luz que alumbra nuestro camino, pero siempre habrá un momento en el que tengamos que seguir a oscuras para poder avanzar, todavía más, en el sendero del Padre, en el sendero del amor y en el sendero del conocimiento. Mientras sigamos a otros, estamos avanzando de acuerdo a las luces que ellos aportan. Pero hay muchos momentos en nuestra vida que tenemos que avanzar por nuestra propia iniciativa, con nuestras pequeñas luces, y eso exige tener fe. Por tanto, la fe siempre será necesaria para poder seguir avanzando.

 

Y encontraréis obstáculos en esa oscuridad del camino. Y es precisamente la fe la que os permitirá manteneros firmes y tener clara la idea de hacia dónde queréis ir, para no perderos en el proceso. Pero esa fe, de acuerdo a vuestro aprendizaje, y especialmente de acuerdo al conocimiento que vais adquiriendo de la realidad de Dios, podréis comprender que es una fe cada vez más consolidada, apoyada cada vez de un modo mucho más racional, si me permitís la expresión. Porque cuando se mantiene un ser en la ignorancia, todos los pasos que tiene que dar, prácticamente se basan en principios de fe. Pero el conocimiento os va iluminando cada vez más el camino, y aunque siempre tendréis que acabar avanzando por vosotros mismos en esa oscuridad de la investigación, el hecho de haber podido tener todo ese proceso de evolución previo, os va a facilitar enormemente el avance.

 

Notas del canalizador:

[1] Este concepto de progreso eterno es una gran noticia, porque nos garantiza que siempre tendremos oportunidad de mejorar, siempre habrá actividad, retos, posibilidades de progreso, lo cual es un estimulante desarrollador de la felicidad.

[2] Por ejemplo, cuando estamos aprendiendo a montar en bicicleta, o cuando estamos escalando una montaña, y nos sentimos asegurados (por ruedas adicionales, por alguien que nos sostiene, por una cuerda de seguridad), nos resulta más fácil aprender, porque la fe, la confianza en esa persona o en esas ruedas de seguridad, evita tener que concentrarnos en el peligro de caernos. Igualmente, también podemos tener fe en nuestra propia capacidad y en nuestra prudencia, y sin ayuda de nadie podemos ser capaces de alcanzar objetivos. Pero imaginemos que no tenemos fe ni en nosotros ni en nadie. No seríamos capaces de dar un solo paso. Y cuando el camino de la vida es oscuro, la fe en Dios es la gran energía que nos permite concentrarnos en avanzar y lograr los objetivos.

 

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