La inocencia y su frescura (Rosamari)

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Hay tanta inocencia y belleza en la frescura de un niño, su pureza te conecta con todo lo que está vivo y te está tocando el alma y te produce alivio y te invita a la calma para encontrarte contigo.

Y crecen y te sorprenden y te enseñan tantas cosas que a la vez que ellos aprenden, tú recuerdas otras formas.

Son verdaderas esponjas, atentos y observadores y te invitan tantas veces a que dejes tus controles y te conviertas en niño para que alejes tensiones.

Y por unos instantes te sumerges en su mundo y juegas, bailas, te diviertes, cantas y haces el indio, aquello que haga falta y que es muy entretenido.

La mirada de sus ojos en ese Amor que te muestran, te lo están diciendo todo, son verdadera Esencia, te recuerdan cada día que la Vida es un juego; vivir para disfrutar, alimentar esos sueños, aprender a imaginar, sin tener problemas de tiempo y capacidad hasta de darte consejos, a su forma, a su manera, pero lo hacen desde dentro.

Su mente está dormida, también lo hace el miedo, como son puro corazón, nada les está impidiendo ser libres y divertirse, creando su propio cielo.

Y ese niño inocente, alegre y juguetón, tierno y expansivo, da toques en tu interior, te susurra al oído. Eres Amor, puro Amor.

 

Recuerda: Los hijos nunca te han pertenecido, pero ellos te eligieron, unidos por un Pacto de Amor. Recuerdas, aprendes, descubres y floreces, porque vas despertando el Diamante que dentro de ti crece. Así te vas preparando a recibir a los nietos, que son ese broche de Oro que te hacen vivir sonriendo, es cuando el alma se abre y en ellos te vas expandiendo.

 

Rosamari Ramírez del Cerro

 

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