Imaginemos que fuera mentira

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Comentarios personales del canalizador, con influencia de los Hermanos Espirituales del 27/08/2021

 

Imaginemos que fuera mentira. Imaginemos que todas nuestras creencias, que la existencia de Dios, que el destino, que la vibración del amor que impregna toda forma de vida, fueran mentira. Imaginemos que no existe una Ley de Causa y Efecto[1] y que todo el mal que podamos hacer nunca tuviese consecuencias, ni todo el bien que podamos hacer nunca tuviese recompensas. Imaginemos que la vida acaba con el último suspiro, que simplemente somos cúmulos de materia que se desenvuelven de un modo autónomo y errante en un pequeño planeta de un inmenso universo. Imaginemos que la materia se ha desarrollado de forma espontánea, casual, aleatoria.

 

Y una vez que hemos imaginado todo esto, pensemos en qué forma de vivir nos hace más felices, si manteniéndonos en esa vibración de la insoportable levedad del ser, o creyendo, quizá erróneamente, en la eterna trascendencia de nuestra conciencia a través de las sucesivas vidas, en la justicia divina, que puede que no la podamos observar durante esta encarnación, pero que nos mantiene con la esperanza y con la fe de que todo tiene una finalidad que nos permite evolucionar. Pensemos en qué nos genera mayores sonrisas en el alma, qué elección es la que nos hace vibrar de felicidad, y cuál es la que nos hace temblar de angustia y, una vez que hemos comparado esas dos opciones, que podrían ser ambas tanto reales como erróneas, dentro de nuestro limitado campo de visión del espacio-tiempo, decidamos qué tipo de vida deseamos elegir vivir, y mantengamos la atención y la intención que nos permita llevarla a buen término, siguiendo esas hipotéticas leyes, que nos permiten seguir un también hipotético camino, pero que nos llevan a una constatable y evidente felicidad.

 

[1] Ver definición de Ley de Causa y Efecto

 

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