El servicio como herramienta de la evolución del alma (conferencia y libro)
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EL
SERVICIO
HERRAMIENTA
DE LA EVOLUCIÓN DEL ALMA
Vicente
Lumbreras
Trabajo (o bendición) de recopilación
de enseñanzas de sabiduría, con insignificantes comentarios personales,
preparados para compartir en la XVII Jornada Espírita Montillana, que se celebró
en Montílla (Córdoba, España), el 26 de abril de 2025
Organizada por la
Asociación Espírita Montillana y por la AEA Asociación Espírita Andaluza Amalia
Domingo Soler
Si
tienes dificultades para descargar las publicaciones, puedes solicitarlas a moralyespiritualidad@gmail.com
Publicación
gratuita de libre difusión, carente de derechos de autor
Lo
que gratis se recibe, gratis debe entregarse
ÍNDICE
Vídeo
de la ponencia impartida
Introducción.
Servir, la ciencia de la Creación
Comentarios
a la comunicación mediúmnica recibida
Comentarios,
preguntas y cuestiones
El
camino de la transformación
VÍDEO DE LA PONENCIA
IMPARTIDA
https://www.youtube.com/watch?v=LS6aDkzSonM
Ir
al audio y texto de la comunicación mediúmnica
Estos contenidos son el resultado de un trabajo de
investigación y análisis relacionado con los procesos de evolución del alma y
la importancia que tiene el servicio a los demás como expresión práctica de la
transformación interna de nuestro ser. Para comenzar el proceso de
investigación solicité el apoyo de mis Maestros Espirituales por vía
mediúmnica. La información recibida se ha transcrito textualmente en la sección
Comunicación mediúmnica.
Para las personas que no conozcan el tema de la
mediumnidad o incluso para las que no creen en absoluto, solo les pido que
juzguen después de leer, porque lo importante es el mensaje, no el mensajero.
Pero cada persona tiene el regalo divino del libre albedrío, por lo que, si
juzgas antes de haber leído, no es grave, ya que la ignorancia nos exime de
responsabilidad… pero también de progreso. Sin embargo, si lees, estás
adquiriendo el compromiso del conocimiento, y la responsabilidad aumenta. Es,
por tanto, tu decisión.
Por último, deseo dejar constancia de que aquí se
incluyen consejos de aplicación personal, para perfeccionarnos como seres
humanos, lo que redundará en beneficio de la sociedad en la que vivimos, y que
permitirán ser modelo de vida para otras almas que, libremente, tendrán la
oportunidad de seguir el ejemplo. Que cada cual extraiga las conclusiones que
desee, todos disponemos de libre albedrío para poder hacerlo, pero no te creas
nada, compruébalo en tu experiencia de vida.
Te deseo un próspero camino en la vida. Estoy a tu
disposición
Vicente
Lumbreras
moralyespiritualidad@gmail.com
INTRODUCCIÓN. SERVIR, LA
CIENCIA DE LA CREACIÓN
(contenido no incluido en la ponencia)
Esta sección es una
introducción al tema del servicio y su implicación en el proceso evolutivo del
alma inmortal.
Lo que
mejor puede definir la esencia y el sentido de la vida es el amor. Una vida sin
amor es una ardua búsqueda de significado, que solo obtendrá frutos
precisamente cuando se pueda expresar amor, entendiéndolo como una actitud de
servicio en la experiencia de la vida.
¿Pero qué es servir?
Para responder a esta pregunta es importante
dar respuesta a una de las preguntas esenciales que plantea la filosofía:
“¿Cuál es el sentido de la vida?” La respuesta más útil que conozco es que
estamos pasando por una experiencia de aprendizaje y evolución del alma
inmortal. Imaginemos a un niño que está haciendo las tareas que le han mandado
en el colegio. El niño desea ir a jugar y no le gusta ese trabajo que le
mandan, porque le supone un esfuerzo. En ese proceso pasan junto al niño tres
personas.
-
La primera persona es insensible, no le
importa en absoluto lo que le ocurre al niño y simplemente lo ignora o incluso
se burla de él.
-
La segunda persona es sensible, siente
una forma de compasión, que podemos definir como “compartir la pasión”. La
persona sufre porque el niño sufre, así que la persona, para dejar de sufrir,
le hace la tarea al niño para que pueda ir a jugar. El niño no ha aprendido
nada, la persona le ha impedido que se desarrolle a través de la experiencia de
realizar la tarea, ha interferido en su proceso y realmente ha obstaculizado su
evolución.
-
La tercera persona está desensibilizada,
es decir, ha aprendido a observar las experiencias, observando los sentimientos
y necesidades propios y ajenos, pero comprendiéndolos y aprovechándolos desde
la paz y la sabiduría. Entiende que la tarea es un proceso por el que el niño
tiene que pasar para poder aprender y evolucionar, se acerca y amorosamente le
ofrece ayuda para que el propio niño pueda hacer la tarea y pueda aprender y
cumplir con el objetivo que le ofreció la vida a través de esta experiencia.
En este punto podemos preguntarnos y analizar
nuestra vida, para comprender cuántas veces hemos sido insensibles, cuántas
hemos actuado de forma sensible, interfiriendo y dificultando el destino de los
demás, y en qué momentos hemos podido participar en las experiencias ajenas
manteniéndonos desensibilizados, aportando lo mejor de nosotros en el proceso
evolutivo propio y de los demás, y respetando su libertad y sus propios
procesos de aprendizaje y evolución.
Recordemos que si hay
una experiencia por la que pasamos, siempre es porque nos corresponde, y el
modo en el que intervenimos, el aprendizaje que aprovechamos y el
servicio que prestamos para ayudar en el progreso y evolución de las demás
personas y de la vida, forman parte de nuestro currículum del alma,
de las oportunidades que hemos podido aprovechar durante la aventura de la experiencia
encarnada.
Una vez analizada esta cuestión
del sentido de la vida podemos volver a formular la pregunta “¿qué es servir?”
Y ahora, con esta perspectiva más amplia, podríamos decir que servir es
participar y contribuir en el proceso de la evolución de toda forma de vida que
se presente durante nuestra experiencia vital.
El servicio, por tanto, es
sabiduría amorosa en acción.
¿Para qué servimos?
Cuando encontramos la
respuesta a esta pregunta comprendemos el verdadero sentido de la vida, nos
hacemos partícipes de la comprensión de que todo forma parte de algo mayor,
desde las partículas subatómicas hasta las galaxias. Lo que hacemos al mundo
nos lo estamos haciendo a nosotros mismos, y lo que nos hacemos a nosotros se
lo estamos haciendo al mundo, al universo, a la Creación, porque toda la
Creación estamos hechos de lo mismo, polvo y luz, energía e información en
diferentes manifestaciones de una misma realidad. Y de esta comprensión de que
estamos fundidos en el todo surge el dilema de la consciencia, que es la que
nos hace percibir y comprender nuestra identidad dentro de lo absoluto, sentir
nuestra unidad formando parte de la diversidad que nos muestra la unidad
infinita.
Las etapas evolutivas
En nuestro proceso
evolutivo comenzamos sintiéndonos parte del todo. Es la etapa de inocencia,
del Jardín del Edén. La siguiente es la etapa de ignorancia, con la
sensación de separación, la búsqueda de la independencia, la pubertad del alma,
la rebeldía, la metáfora del hijo pródigo que, gracias a la experiencia del
sufrimiento por los errores cometidos, alcanza la etapa de sabiduría, desea
volver al hogar, pero esta vez con la comprensión y la consciencia de lo que
eso significa, con la felicidad de sentirse parte integrante del todo. Son los
arquetipos de camello, tigre y águila, que nos permiten cerrar un círculo,
una vuelta ascendente de la infinita espiral de la evolución del alma inmortal.
Nos reconocemos como gotas en el mar de la vida, y a la vez sentimos toda la
esencia del mar, tanto en nosotros como en las demás gotas.
Las expresiones del alma
La conexión que se
puede establecer entre las personas, animales y lugares, independientemente de
la distancia, nos demuestra que hay algo en nosotros mucho más allá de la
materia. Podríamos pensar que se trata de la mente, de los pensamientos con los
que recordamos lo que no está a nuestro lado, pero cuando se observan los
presentimientos que tienen personas en el momento en que un ser querido sufre
un accidente en un lugar lejano, estas cuestiones ya no pueden ser atribuidas a
eso que llamamos mente, ni tampoco a la casualidad. Hay personas que atribuyen
estas experiencias a lo que denominan supraconciencia, otras lo denominan
fenómenos paranormales, pero el nombre que podamos utilizar no va a cambiar la
realidad. Personalmente, a estos procesos los denomino expresiones del alma,
que coinciden con otras manifestaciones testimoniadas de personas que ya han
desencarnado (a través de médiums) y de otras personas que han pasado por
experiencias cercanas a la muerte con ausencia de actividad cerebral, que han
sido capaces de describir lo que ocurría en lugares diferentes de donde se
encontraban, pudiéndose verificar la exactitud de la información. Estos
testimonios son pruebas evidentes de que somos algo más que materia, y que
precisamente esa parte no material es la más trascendente. Y no es que la parte
física carezca de importancia. Si Dios nos la ha asignado, podemos entender que
tiene que ser muy importante, y el valor de nuestro cuerpo físico es que nos da
unas oportunidades de experimentar que son diferentes al proceso de la
experiencia en el nivel no material que, en esencia, consiste en la oportunidad
de compartir experiencias con otros espíritus encarnados de diferente nivel
vibratorio o evolutivo, un proceso que nos da la oportunidad de ser ejemplo y enseñar
al que ignora y de aprender de quien sabe más.
Los tres cuerpos o niveles de manifestación
del ser humano encarnado
En este nivel encarnado
es posible observar nuestras manifestaciones cuando están centradas en uno de
los tres cuerpos, ya sea el físico, el mental o el espiritual, que se puede
verificar perfectamente por el hecho de que, cuando estamos fijados en uno de
estos niveles, bloqueamos la expresión de los niveles superiores, así como
determinamos la expresión de los niveles inferiores. Para comprenderlo mejor
podemos decir que, cuando nos encontramos en el nivel mental, podemos
determinar la expresión de nuestro nivel físico, tanto para bien como para mal,
desarrollando enfermedades o promoviendo la salud y el bienestar. Sin embargo,
mientras nos mantenemos en ese nivel mental estamos bloqueando la expresión del
espíritu que, como no lo vemos, no creemos.
Y es que
hay veces que es necesario creer para poder ver, tener fe para poder alcanzar a
sentir las experiencias sublimes del alma. Este posicionamiento en uno u otro
de estos tres niveles es consecuencia del desarrollo de la consciencia, que nos
permite percibir nuestra conciencia (la sabiduría amorosa de nuestra alma)
desde una perspectiva progresivamente más elevada, con una comprensión cada vez
más amplia. Así, cuando pasamos desde el nivel físico al nivel mental,
controlamos los instintos, y cuando pasamos del nivel mental al nivel
espiritual, controlamos el ego. Esto se hace por comprensión, no por
represión, lo que nos permite mantenernos en unos niveles de paz interior
progresivamente más elevados.
La libertad en el camino evolutivo
Podemos comprender este
proceso entendiendo la evolución de nuestro ser inmortal de forma libre y
voluntaria, lo que nos permite comprender el libre albedrío, pero también es
una evolución progresiva, donde el alma va registrando de forma indeleble la sabiduría
amorosa que va adquiriendo, lo que nos permite comprender que dentro de
nuestra libertad sólo podemos evolucionar, nunca involucionar, y que los
errores no son otra cosa que la muestra y enseñanza de lo que todavía no hemos
aprendido.
Vibrar en el nivel del alma
Cuando somos capaces de
sentir lo infinito en cada partícula y lo eterno en cada instante, es en ese
momento cuando podemos comprender que estamos vibrando en el nivel del alma,
porque sentimos la conexión que nos une con todo, con El Todo, con Dios. Es el
tránsito del viaje interior que lleva más allá de los sentidos y alcanza el
verdadero sentido, donde se trasciende la apariencia y se descubre la esencia,
comenzando por la esencia de nosotros mismos y descubrimos la auténtica
expresión de nuestra alma.
La respiración o ciclo espiritual
Y toda esta expresión de
la respiración o ciclo espiritual, que inspira sabiduría y que espira servicio
amoroso, es la que nos permite sentir la plenitud de la esencia de la vida, que
podríamos expresar como vaciarnos en el dar, lo que nos prepara para continuar
recibiendo, porque solo podemos llenarnos si nos vaciamos previamente, pero por
esa maravillosa ley universal que Dios ha determinado, gracias a ese dar
podemos recibir cada vez más, siempre y cuando mantengamos alejado el egoísmo
de esperar la recompensa…
La añadidura
…porque podemos
comprender que, cuando cumplimos las leyes de la vida, es decir, la voluntad de
Dios, todo se nos dará por añadidura. Y esa añadidura es un proceso de
comprensión interna de las bendiciones externas, porque somos pequeños
manantiales, algunos están secos, no aportan y tampoco reciben, otros fluimos
pobremente, hay quienes entregan en abundancia, y juntos vamos incorporando
nuestra pequeña o gran contribución en nuestro grupo social, que forma una
corriente mayor, la cual se une a la de otros grupos, formando un río de vida
cada vez mayor, un río en el cual vivimos, nos movemos y existimos, y
aprovechamos para avanzar de un modo más rápido, más fácil. Todo el caudal que
entregamos a la vida se une a muchos otros, y todos formamos parte de ese
caudal mayor, por lo que, al dar, recibimos multiplicado, porque estamos en esa
vibración de entrega, en ese ritmo de respiración del universo, y todo lo que
necesitamos nos viene dado en función de nuestra propia entrega, a través de la
búsqueda del Reino de Dios y su justicia, porque todo lo demás se nos dará por
añadidura (Evangelio según San Mateo 6:33).
La unión hace la fuerza
Porque unidos siempre
somos más fuertes, y así lo demuestra la naturaleza, donde los elementos más
simples se combinan en otros más complejos, aumentando con ello su capacidad de
expresión, de contribución y de evolución.
Todo es útil y necesario
Podemos llegar a la
conclusión de que todo lo que existe tiene una finalidad, es decir, sirve para
algo. Todo tiene una utilidad, un sentido, una función en el teatro de la vida.
Todo sirve, de lo contrario no existiría, y según avanza la ciencia, se puede
ir comprendiendo mejor esta utilidad que existe en todo. Porque lo agradable
nos da oportunidades de experimentar la alegría, y lo desagradable es la mejor
lección que nos puede aportar la vida para transformarnos y evolucionar.
La liberación del servicio
Al servir nos liberamos de la carga de
la soberbia, del egoísmo, de la culpa, del remordimiento, porque nuestra
conciencia nos está avisando cada vez que nos negamos a ayudar, y según
evolucionamos, nuestro impulso y nuestra comprensión del concepto de ayudar va
haciéndose cada vez más clara.
¿Esto significa que, cuanto más
servimos, nuestra existencia es más plena y auténtica? Estoy convencido de que
así es, ya que cuando servimos, nuestra alma reconoce que le estamos dando
sentido a la vida.
Al entregar las riendas de la vida a los
niveles inferiores
Cuando no hay entrega, nos distanciamos
y, como una gota que sale del mar y enseguida se seca, así mismo ocurre con
nuestra alma, que al dejar de compartir queda adormecida, permitiendo que tome
las riendas de nuestra vida, ya sea el nivel físico-instintivo o el
mental-egoico, y en estos niveles se puede experimentar el placer y la alegría
respectivamente, pero no la felicidad.
La hora de ser feliz
Como dice la canción infantil, “la hora
de ser feliz es ahora, el lugar para ser feliz es aquí, y la forma de ser feliz
es hacer feliz a alguien, y tendremos un cielito aquí”.
Todo lo que entregamos son cosas que ya no podremos perder jamás, ya que la vida acabará devolviéndonos con intereses.
El
18 de abril de 1857 sale a la luz El Libro de los Espíritus, y 168 años
después, aquí estamos, desarrollándonos como almas en la escuela de la vida.
“El
Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica.
Como
ciencia práctica, consiste en las relaciones que pueden establecerse
con los
Espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias
morales
que se desprenden de semejantes relaciones”
(Allan
Kardec, Qué es el Espiritismo)
El
espiritismo se define como una ciencia experimental y una filosofía de
consecuencias morales.
Como
ciencia de investigación que es, no se queda fijado en creencias, sino que
analiza la información, la contrasta y la verifica a través las fases del método
científico, que podríamos
resumir en:
-
Observación de los
eventos.
-
Posibles
explicaciones o formulación de hipótesis.
-
Comprobación de estas
hipótesis, para verificarlas.
-
Y conclusiones, donde
habrá aceptación, rechazo o indeterminación del evento observado
Este
proceso de análisis científico podemos mantenerlo permanentemente en toda
experiencia de la vida.
Dentro
del nivel filosófico del espiritismo se encuentra el librepensamiento, que
caracterizó a su fundador, Allan Kardec, y al cual me adscribo.
Siguiendo
esta idea, podemos deducir que en el espiritismo:
-
No hay dogmas ni
creencias.
-
Toda conclusión parte
de una comprobación personal.
-
La libertad de
pensamiento es el gran tesoro y la responsabilidad de quien lo estudia y
practica.
Por
todo ello, os pido que no me creáis nada, vuestras propias conclusiones serán
siempre las únicas importantes.
Pero
prestad atención, porque en la mayoría de las conferencias, casi nadie aprende
casi nada, solo lo que se pone en práctica y se hace hábito es realmente útil,
así que en cada uno de nosotros está sacar provecho de esta jornada a través de
la transformación que logremos hacer. Porque en realidad no aprendemos, sino
que recordamos lo que ya está vivo en nuestra alma y conseguimos encender y
hacer brillar en nuestra vida.
Cuando
la presidenta de la AEA me preguntó sobre el tema a tratar en esta jornada me
ajusté a la parte del espiritismo que más me interesa, y es la parte filosófica
y de consecuencias morales, apareciendo en mi mente la palabra SERVIR.
Pues
bien, en los colectivos en los que participo observo una gran disposición para
el servicio.
http://www.andaluciaespiritista.es/
En
la AEA (ir a la web), entre otras actividades:
-
Celebramos reuniones
semanales para desarrollar y compartir conocimientos.
-
Reuniones mensuales
de preparación para desarrollar la mediumnidad.
-
Organizamos eventos
online y presenciales.
-
Oramos para que
personas y colectivos que sufren puedan recibir nuestra energía espiritual de
apoyo.
https://encuentroespirita.com/
Asimismo,
en otra institución en la que participo, SEU Sociedad Espírita por la Unión (ir a la web):
-
Organizamos eventos presenciales
y online.
-
Compartimos
información sobre las actividades que desarrollamos los miembros, tanto en el
ámbito de esta asociación como fuera de ella.
Esta
jornada, precisamente, está publicada en la web de SEU.
https://chat.whatsapp.com/IaH8EuwSrf815okT6fCtB7
Otro
grupo en el que participo es Libertad Espírita, donde todos los miembros pueden
compartir sus ideas con total respeto y apoyo por parte de todos en un grupo de
WhatsApp (solicita unirte).
https://www.moralyespiritualidad.com/p/inicio_10.html
Y,
por último, la plataforma Moral y Espiritualidad (inicio de esta web), donde se desarrollan actividades de servicio como:
-
Publicación diaria de
artículos y mensajes mediúmnicos recibidos.
-
Conversaciones
individuales de apoyo moral.
-
Consultas mediúmnicas
semanales.
-
Reuniones semanales
de espiritualidad en libertad.
-
Reuniones mensuales
con personas que manifiestan algún tipo de sensibilidad especial.
-
Un grupo de oraciones
cuya lista se actualiza a diario.
-
Una plataforma de
investigación.
-
Una sección de
estudio de las obras del fundador del Espiritismo, Allan Kardec.
-
Una plataforma de
apoyo y ayuda a las personas que puedan solicitarla.
Por
tanto, podemos observar que los cuatro colectivos tienen una clara actitud
dirigida al servicio, así como también ocurre en todos los demás grupos
espíritas que conozco.
A
través de las tradiciones religiosas y espirituales se transmite una idea
común, y es que el alma inmortal experimenta y aprende en un proceso evolutivo
infinito que la lleva hacia Dios.
La
evolución es el objetivo de toda experiencia
Podemos
definir el servicio como la amorosa puesta en práctica de todas las capacidades
que vamos adquiriendo. Es la práctica que necesita todo aprendizaje teórico
para poderse consolidar e integrar en nuestra propia realidad. Esto nos permite
comprender la utilidad del servicio en el ámbito de la evolución del alma, ya
que forma parte inseparable de nuestra evolución. Si no hay servicio, no puede
haber evolución. Pero hay que comprender que la intención del servicio debe ser
ayudar a los demás a transitar el camino que nosotros ya conocemos, respetando
siempre el don divino del libre albedrío que Dios nos ha concedido a todos los
seres humanos. Así, podemos señalar el camino, pero nunca debemos obligar a
transitarlo; podemos ayudar en la tarea, pero si intentamos hacer el trabajo de
los demás, les estamos quitando la oportunidad de evolucionar por sí mismos.
Los testimonios que nos explican la función de los Guías Espirituales (ver artículos) nos están mostrando esta forma de participar en el progreso de las
almas. El Maestro Jesús nos mostró el camino con su mensaje de amar al prójimo
como a nosotros mismos, pero no más, porque nadie puede dar de lo que carece,
ni enseñar de lo que ignora, ni ayudar en aquello de lo que no tiene capacidad.
Y
esto no es egoísmo, es una ley divina que busca nuestra evolución apoyándonos
los unos a los otros de un modo fraternal, es decir, desarrollando la paz
interior, el amor universal y la felicidad profunda, y todo aquello que se
salga de estos límites es importante analizarlo con detenimiento, porque quizá
nuestra intención de servicio no sea precisamente muy sabia.
Esta
actitud nos permite encontrar las herramientas necesarias para poder poner en
práctica estas capacidades en las manifestaciones de nuestra realidad.
El
objetivo prioritario que deberíamos mantener es la expresión del amor, que es
una cualidad del nivel del alma. Si somos capaces de dirigir una mirada amorosa
en cada momento de nuestra vida, estaremos abriendo las puertas del reino
interior, y todo lo demás se nos dará por añadidura que, dicho de otro modo,
producirá el fenómeno de causación descendente, que significa que influirá en
los niveles inferiores de nuestra realidad, los niveles mental y físico.
En
el nivel de los pensamientos podremos desarrollar la observación de los mismos
sin dejarnos arrastrar por ellos. La herramienta que mejor me funciona es la
meditación, o también llamada oración contemplativa, que desarrolla la
consciencia de los pensamientos que aparecen, y que podemos reconocer que esos
pensamientos no somos nosotros, que son ajenos a nuestra voluntad y que tenemos
la posibilidad de aceptarlos o rechazarlos.
En
el proceso de los sentimientos (senti-mental), desde una actitud amorosa y
pacífica, podremos comprender que son una expresión de los pensamientos, por lo
que, al cambiar los pensamientos, los sentimientos también cambiarán, y por lo
dicho anteriormente, también podemos comprender que los sentimientos tampoco
somos nosotros.
Y
podemos considerar como evidente que, de acuerdo con cómo pensamos, así
sentimos y actuamos. Nuestra expresión en el nivel físico queda definida por
nuestra forma de pensar y sentir. Pero si hemos hablado de que no somos
nuestros pensamientos ni nuestros sentimientos, nuestros comportamientos
podrían estar expresándose de un modo automático, siguiendo unos programas
previamente implantados por nuestras costumbres y nuestra historia personal de
las múltiples vidas por las que ha pasado la experiencia del alma. Y de aquí
surge la pregunta más importante: “¿Qué somos en esencia?” y la mejor respuesta
que puedo dar es que somos un espíritu inmortal que está pasando por una
experiencia física temporal, donde estamos aprendiendo a desarrollar la paz, a
expresar el amor y a vibrar en felicidad, capacidades del alma que se
manifiestan al desarrollar la consciencia.
Y
para todo ello es necesario pasar por experiencias que dificulten el proceso,
porque la fuerza solo se puede manifestar cuando existe una resistencia, el
conocimiento solo se puede demostrar cuando se expresa, ya sea en exámenes o al
aplicarlos, y los valores se desarrollan al máximo en los entornos hostiles.
Son los retos con los que nos encontramos al poner en práctica el espíritu de
servicio, es la expresión en el nivel físico de la actitud de servicio, de
apoyar a los demás en toda forma que les pueda ayudar a evolucionar.
En
resumen, existen unas herramientas internas que nos permiten superar las
limitaciones mentales y sentimentales. Podemos autoanalizarnos con muchas
técnicas psicológicas, que nos permitirán profundizar en el pasado, analizar
las causas de todos nuestros procesos automáticos y reactivos.
Pero mi propuesta está dirigida a centrarnos en el presente, a dirigir nuestra atención al nivel del alma, que nos permitirá transformar nuestros pensamientos y sentimientos, que nos permitirá comprender la necesidad de los errores en el proceso evolutivo, que nos abrirá las puertas a perdonarnos a nosotros mismos y a perdonar a los demás, y nos permitirá desarrollar una actitud de servicio amoroso y sabio con el que podamos contribuir a hacer del mundo algo mejor.
Audio de la comunicación mediúmnica
(más
información sobre la plataforma iVoox)
Consulta
mediúmnica realizada el 29 de enero de 2025. Se incluyen en mayúsculas los
textos de conceptos mostrados en pantalla durante la audición del mensaje en la
conferencia impartida.
-
¿Podríais aportarnos
información para poder compartir en la próxima conferencia que se va a impartir
sobre “el servicio como herramienta de la evolución del alma”?
Las dos alas: aprender y servir
La evolución del alma es un proceso que tiene
dos direcciones, que tiene dos alas. Un ala es la de aprender para poder
evolucionar, pero la otra ala es la de poner en práctica ese aprendizaje en
beneficio de todo nuestro entorno. A eso le llamamos servir, y Dios, en su
infinita sabiduría, nos da la oportunidad de poder aprovechar estas dos
vertientes de la evolución de forma simultánea, de tal manera que todo lo que
vamos aprendiendo, tenemos la oportunidad de ponerlo al servicio de los demás.
Consolidar escalones
Es el modo de consolidar cada uno de los
escalones que podemos ir subiendo,
La atención y la intención
para poder dirigir nuestra atención y nuestra
intención en este camino de luz,
El compromiso de evolución exige la puesta en práctica
porque si lo que aprendemos no lo ponemos en
práctica, no estamos pudiendo demostrar que realmente nos comprometemos en este
proceso de evolución.
A mayor elevación espiritual, mayor actitud y capacidad para el
servicio
En otras ocasiones ya os hemos dicho que cuanto
más se eleva un espíritu, mayor es su actitud para el servicio, tiene mayor
capacidad para poder servir.
Comprensión y práctica
En el momento en que los seres humanos alcanzan
esta comprensión y la ponen en práctica,
Seres evolutivos avanzados
se convierten en seres evolutivos avanzados que
tienen
Aportar lo mejor
la capacidad de aportar lo mejor de sí mismos
en todo el proceso de la vida que experimentan, y eso, en esencia, es
Cumplir con las enseñanzas del Maestro Jesús
cumplir con las enseñanzas que el Maestro Jesús
aportó a toda la humanidad,
Servir es amor puesto en práctica
porque servir es amar, servir es el amor puesto
en práctica.
Cómo respondan los demás no importa
Independientemente del comportamiento de los
demás,
La actitud de servicio nos eleva
la actitud de servicio que permanece en el
espíritu de una persona es la que realmente la eleva a los niveles espirituales
Paz interior, amor y felicidad
que la mantienen con la paz interior,
expresando el amor y viviendo en felicidad.
Aportar lo mejor posible
Entended el servicio como aportar lo mejor de
vosotros con vuestra mejor intención, para poder facilitar
La voluntad de Dios
que la voluntad de Dios se lleve a cabo.
No hacer el trabajo ajeno
El servicio no consiste en hacer el trabajo de
los demás,
Ayudar a que los demás hagan su propio trabajo
sino en dar la posibilidad a los demás de que
puedan hacer su trabajo en las mejores condiciones,
Nuestro punto de vista
siempre desde nuestro punto de vista,
Cada persona tiene su camino
porque cada persona tiene su propio camino,
No podemos ayudar a todos
y no podemos ayudar a todos los hermanos, pero
cuando hay un hermano que sigue nuestro camino, que comparte nuestro camino,
Las oportunidades que nos muestra la vida
la vida nos está mostrando que tenemos una
oportunidad de poder aprender o de poder enseñar, de poder compartir con esta
persona
La trascendencia infinita de nuestras experiencias
algún tipo de experiencia, desde las más
simples, como puede ser un saludo, a todo un proceso que puede alcanzar, no
solo la vida encarnada, sino mucho más allá.
Servir es conectarse y apoyarse entre las personas
El servicio es la forma de aportar un hilo
conductor que permite que nos mantengamos enlazados con otros seres, de tal
manera que podamos aportarnos mutuamente lo mejor de cada uno.
Evitar desgastarnos en el servicio no aceptado
Entended la importancia de evitar el desgaste
que supone intentar servir a quien no lo necesita. Cuando una persona no
necesita, no quiere, rechaza, cualquier tipo de ayuda,
Respetar el libre albedrío de los demás para no interferir
es importante respetar su libre albedrío, de
otra manera estaríamos interfiriendo en su camino.
Servir es tender la mano, pero nunca obligar
El servicio es tender la mano, pero nunca
obligar, y esto os lo hemos repetido en muchísimas ocasiones.
La importancia del libre albedrío
Comprended la importancia que tiene el libre
albedrío, porque si Dios nos lo concede a nosotros, carecería de sentido que
nosotros intentásemos vulnerar este deseo de la causa primera de todas las
cosas.
La interferencia es ignorancia
Y aunque tenemos el libre albedrío de poder
interferir en el sendero de los demás, entended que es un motivo, una expresión
de ignorancia.
Solo se puede ayudar y amar en libertad
Comprended que solamente se puede ayudar en
libertad, comprended que solo se puede amar en libertad,
La ayuda es una expresión del amor, y la libertad es donde se
sustenta todo el proceso evolutivo
porque la ayuda es una expresión del amor, y la
libertad es la base donde se sustenta todo el proceso evolutivo de los seres
humanos en el ámbito de la Creación.
El servicio ayuda en la evolución
El servicio puede ayudar y, de hecho, es
esencial para ayudar en la evolución de todos los seres, porque cuando nacemos
estamos recibiendo la ayuda de nuestro padre, de nuestra madre, de nuestra
familia. Avanzamos en el colegio y aprendemos muchas cosas que fuera de él nos
sería imposible poder adquirir toda esa cantidad de información, todas esas
cantidades de experiencias con el resto de los compañeros, con los profesores y
profesoras
La personalidad se forma con las experiencias y el legado de
generaciones anteriores
y, gracias a estas experiencias, vamos formando
una personalidad, que es evidente que tiene sus errores, pero que es el legado
que nos dan las generaciones anteriores, y que nos permiten elevarnos mucho más
que si tuviésemos que desarrollar nuestras capacidades por nosotros mismos,
como si fuésemos unos niños salvajes.
El servicio en la educación infantil
Toda la ayuda, todo el apoyo que se recibe en
la infancia es una manifestación de servicio, un servicio que se les da a los
niños para poder convertirlos en ciudadanos adultos que tengan la capacidad de
poder mejorar, todavía más, cada vez más, el orden social en el que se
desarrolla cada grupo de individuos,
El servicio en las relaciones
y cada una de las actividades de relación con
los demás, ya sea de tipo laboral, de tipo sentimental, de amistad, todas las
relaciones tienen la oportunidad de poder ser desarrolladas desde el nivel del
servicio. Consiste en tener una actitud de poder aportar la mejor versión de la
parte que nos corresponde en el proceso.
Nuestros errores y los de los demás como servicio indirecto de
aprendizaje
Comprended que todos tenemos la posibilidad de
cometer errores, y que la crítica de los errores es el camino erróneo, pero que
el aprendizaje de los errores de los demás es una gran enseñanza que tenemos la
oportunidad de aprovechar y, aunque sea indirectamente, ese aprendizaje es un
servicio que podemos aprovechar de la experiencia de la vida.
Servir es ayudar valorando a quien lo necesita
Así, el concepto de servicio es la intención de
ayudar, pero desde el punto de vista de la persona que recibe la ayuda.
Las experiencias nos sirven para progresar
Cualquier experiencia puede servir para darnos
impulsos de progreso.
Actitud y atención
Es cuestión de tener la actitud y la atención
preparadas para ello.
COMENTARIOS A LA COMUNICACIÓN MEDIÚMNICA
RECIBIDA
El Maestro Jesús nos enseñó que hay que pedir para que se
nos dé, y por eso, solicité a mis Maestros Espirituales una guía en relación
con este tema. Del 21 de marzo al 25 de abril de 2025 se publican diariamente
mis comentarios personales relacionados con cada una de las 35 ideas clave que
se aportaron en el mensaje mediúmnico recibido. La grabación de audio del
mensaje mediúmnico se reproducirá durante la exposición que se hará el día 26
de abril:
1.
Las dos alas: aprender y servir
Podemos comparar esta
metáfora con la respiración. Aprender es inspirar, es recibir. Servir es
expulsar el aire, entregar lo que antes recibimos. Pero ¿qué es aprender? Es
asimilar, es integrar, es poner en práctica para consolidar la información
recibida, y qué mejor forma de ponerla en práctica que ayudando a los demás a
avanzar en su propio camino con nuestro ejemplo, con nuestro apoyo. Eso es
servir. Y no podemos seguir inspirando si no soltamos el aire, como tampoco
podemos seguir evolucionando si no ponemos nuestra evolución al servicio de los
demás, de la vida. Podemos deducir, por tanto, que servir es una parte
imprescindible de todo proceso evolutivo, y así lo atestigua la historia, que
nos muestra que las grandes civilizaciones, los grandes logros, siempre se han
alcanzado por medio del apoyo de muchos, y según vamos evolucionando la
humanidad, este apoyo será, sin duda, cada vez más global, menos egoísta, más
espiritual.
Cada vez que vamos
progresando, podemos observar que cada información adquirida, cada
comportamiento, cada logro, está apoyado en nuestra realidad anterior, una
realidad que vamos modificando a través del miedo o de la comprensión. El miedo
es el lastre de la ignorancia, que nos bloquea e inmoviliza. La comprensión es
la expresión del amor, que nos permite adaptarnos y fluir con la vida. Por
tanto, cuando comprendemos la dificultad de evolucionar desde el miedo, en ese
momento podemos abrirnos a la realidad, aceptarla, aprender de ella y
consolidar cada nuevo paso, cada nuevo escalón, que nos elevará de nuestra
posición anterior, permitiéndonos observar la realidad desde una mayor altura,
desde una más profunda comprensión. Así, escalón a escalón, vamos transformando
nuestra comprensión de la realidad, dándole un significado más amplio, con cada
vez mayor contenido de verdad, que nos hará progresivamente más libres.
La atención y la
intención son el punto de partida, son el camino y son la meta. La intención es
la que nos impulsa y la atención es la que nos guía por el sendero correcto.
Mantener atención e intención es imprescindible si deseamos transformarnos, si
deseamos evolucionar, porque salirnos de la atención y de la intención
significa actuar desde la inconsciencia, desde el automatismo, desde la
reactividad, esos procesos que corresponden a los niveles evolutivos más
primitivos. Desarrollar nuestra coNSciencia nos permite elegir, y
desarrollar nuestra coNciencia nos permite elegir bien, seguir el camino
de la luz, el camino del amor y de la sabiduría.
4.
El compromiso de evolución exige
la puesta en práctica
No hemos venido a este
plano encarnado únicamente a evolucionar de forma individual. La mayor parte
del aprendizaje en todo grupo humano está sustentado en las enseñanzas que se
reciben de otros, de los mayores y de los niños, de personas sabias e ignorantes,
de quien actúa del modo correcto y de quien se equivoca. Y cada aprendizaje lo
consolidamos por medio de la repetición, una repetición que hace que cada vez
podamos pensar, expresarnos, actuar, de un modo cada vez más eficiente, más
sencillo para nosotros. Esta práctica es la que permite que la nueva
información se integre en nosotros, se convierta en parte de nuestra realidad,
nos transforme. Eso es evolucionar.
5.
A mayor elevación espiritual,
mayor actitud y capacidad para el servicio
“Quien no vive para
servir, no sirve para vivir”. Esta frase nos está mostrando la esencia del buen
hacer, pero además nos está mostrando el verdadero sentido de la vida, el
verdadero sentido de la evolución, porque no serviría de nada evolucionar sin
tener el impulso de compartir los beneficios que nos aporta. La verdadera
felicidad no está en crecer en todos y cada uno de los niveles de nuestra
realidad, sino en compartir con los demás las sucesivas cotas de bienestar que
vamos alcanzando.
La teoría y la práctica, en este orden, hacen más eficiente el aprendizaje. Si tuviéramos que aprender a conducir sentándonos frente al volante, y sin haber comprendido las normas de circulación ni el modo de manejar los pedales, palancas, espejos, volante, etc., nos convertiríamos en un auténtico peligro para nosotros mismos y para las demás personas. Comprender cómo se hace antes de empezar a hacer es el camino más corto para ser eficientes, y una vez que lo hemos asimilado, ya estamos en buenas condiciones de poder investigar por los senderos de lo desconocido.
Si observamos la historia del planeta y de la humanidad, podremos confirmar la realidad de la evolución. Tanto las plantas como los animales y los seres humanos hemos sufrido transformaciones que nos han permitido adaptarnos a las nuevas realidades y necesidades que iban surgiendo, unas realidades que no son otra cosa que la voluntad de Dios manifestada en la naturaleza. Cada adaptación ha supuesto un esfuerzo para cambiar el modelo anterior, y cada uno de estos esfuerzos es el mérito que cada criatura va alcanzando, y que podemos observar que se va multiplicando a medida que se produce la colaboración entre los miembros de cada uno de los grupos que se forman, ya sea de la misma especie o de diferentes, logrando una simbiosis, un apoyo mutuo, donde damos y recibimos según nuestras capacidades y necesidades. Según se va evolucionando, las necesidades de apoyo mutuo van aumentando, lo cual se observa fácilmente en los seres recién nacidos que, cuanto más evolucionados son, más vulnerables e indefensos, más cuidados necesitan, y según vamos creciendo, mayor servicio podremos dar.
Desde las actitudes
egoístas, todo lo que hagamos tendrá la única finalidad de lograr el beneficio
propio, ya sea de forma individual o compartida con los “próximos” o afines.
Hasta tal punto puede llegar una actitud egoísta que hay personas que son
capaces de inmolarse con tal de hacer daño a quienes considera enemigos. En
este caso es un pretendido sacrificio en “bien” del colectivo que defienden. Es
evidente que en nuestra sociedad es necesario que existan este tipo de personas
para cumplir determinadas funciones sociales. En el pasado reciente, y aún en la actualidad, muchas personas ponen en juego
su salud y su vida por conseguir sustento, ya sea trabajando en una mina y
respirando aire enrarecido, en el campo, con riesgo de deshidratación y largas
exposiciones a temperaturas extremas, pescadores que dejan a sus seres queridos
y se embarcaban durante meses, e incluso años, para intentar aportar lo
suficiente para sobrevivir la familia... Actualmente seguimos encontrando
personas que arriesgan sus vidas en sus profesiones. Bomberos, policías,
militares y muchos otros profesionales que se exponen a riesgos con la
finalidad de poder cumplir con una función que la sociedad necesita.
En cada momento de la historia, las condiciones son diferentes, por lo que las personas y las sociedades se adaptan a estas condiciones del mejor modo que pueden, y aportar “lo mejor” depende de cada momento y de cada circunstancia, por lo que la interpretación que cada persona pueda hacer no tiene por qué ser coincidente con la opinión general. Esto nos invita a meditar sobre la importancia de no juzgar, porque cada momento histórico y cada circunstancia personal y social crean unas condiciones que pueden hacer que “lo mejor” pueda ser muy diferente en cada caso.
Pero una cosa es juzgar, que incluye el veredicto de culpable o inocente, y otra muy diferente es distinguir todo aquello que puede estar alineado con nuestra mejor capacidad de expresión de este momento, y todo lo que es mejor delimitar y evitar, comprendiendo que es posible que pueda ser necesario para otras personas, pero no para nosotros. De este modo, podremos transitar nuestro propio camino desde la paz interior, sin necesidad de enfrentarnos y luchar para intentar convencer a los demás de cómo tienen que vivir sus propias vidas.
“Ama y haz lo que quieras”, nos transmitió Agustín de Hipona, y comparto esta opinión, porque solo a través del amor universal podremos aportar lo mejor de nosotros, nuestra mejor versión.
9.
Cumplir con las enseñanzas del
Maestro Jesús
Los cuatro Evangelios
que se nos muestran en el Nuevo Testamento cristiano son una excelente
oportunidad que nos aportaron las generaciones anteriores para poder analizar
un compendio de sabiduría amorosa.
Carece de sentido para mí intentar analizar las cuestiones históricas, sociales o religiosas de la época en la que vivió el Maestro Jesús, ya que el mensaje trasciende culturas y épocas. Incluso, y aunque pueda parecer irreverente, me importa muy poco el hecho de que existiera realmente, ya que lo que puedo aprovechar es un legado que transmitieron personas que, probablemente, no conocieron directamente al Maestro Jesús y, como me han repetido tantas veces mis Maestros Espirituales, lo verdaderamente importante es el mensaje, no el mensajero. Y aunque considero como hipótesis más probable que todas las enseñanzas que aparecen en los Evangelios podrían tener su origen en el Maestro Jesús, de poco me sirve si después no las analizo, no las comprendo y no las aplico en mi propia vida. Por lo tanto, hago lo posible por quedarme con estas enseñanzas, buscar por mí mismo el sentido profundo que muestran y hago lo posible por convertirlas en hábitos de vida. Así se puede observar que lo hizo, entre muchas otras personas, Allan Kardec, culminando este análisis en su obra “El Evangelio según el Espiritismo”, y así considero que todas las personas pueden hacerlo de forma individual y responsable, tanto con los Evangelios como con cualquier otra información que puedan aprovechar, porque la información es el alimento del alma, un alimento que nos puede envenenar o ayudar a crecer, y esa información que nos nutre, que nos hace crecer, es la que debemos aprender a seleccionar y aprovechar del mejor modo posible.
10.
Servir es amor puesto en práctica
¿Acaso es posible
servir sin amar? Sí que es cierto que se pueden realizar muchas actividades
útiles para otras personas, pero anteriormente (5) ya se mostró que el concepto de servicio al que me estoy
refiriendo no es una respuesta para cubrir las necesidades de otras personas a
cambio de una compensación, es una expresión que sale del interior, es el modo
de expresarnos desde ese nivel más elevado de nuestro ser que llamamos alma, el
nivel donde reside la conciencia, es poner en práctica en lo externo la
realidad interna que está guiando nuestro camino, y esa realidad interna es, y
siempre será, el amor. Poner en práctica el amor universal que vibra en nuestra
alma es el motivo principal por el que estamos en este plano encarnado, y el
único y verdadero modo de hacerlo es sirviendo.
11.
Cómo respondan los demás no
importa
Una de las grandes enseñanzas que tenemos la oportunidad de aprender en la vida encarnada es la experiencia de la desilusión. Toda desilusión proviene de una expectativa, de esperar a que las cosas, las situaciones, las personas, respondan de un modo determinado. Donde hay una expectativa, habrá una desilusión, y si nuestros pensamientos, sentimientos y actos están condicionados por lo externo, podremos deducir que no somos dueños de nuestros actos ni de las consecuencias de los mismos, que somos marionetas que son movidas por los hilos de la vida. Por tanto, necesitaremos hacernos verdaderamente conscientes y responsables de nuestros procesos internos y externos para poder ser verdaderamente dueños y directores de nuestro destino.
12.
La actitud de servicio nos eleva
Si comprendemos que el servicio es la puesta en práctica de los valores del alma, que el servicio es el complemento imprescindible del aprendizaje y evolución de nuestro espíritu, que solamente aprendemos e integramos las lecciones cuando las ponemos en práctica, podremos comprender que la actitud de servicio nos pone en condiciones de cumplir con el propósito que tiene todo aprendizaje del alma, por lo cual, es el servicio el que nos permite subir finalmente cada uno de los escalones que nos van aproximando hacia Dios.
13.
Paz interior, amor y felicidad
Este es el trípode de la verdadera evolución. Cuando logramos mantener la paz interior, podemos expresar el amor universal, un amor comprensivo y profundo de la realidad de la vida que se manifiesta en el servicio hacia toda forma de la Creación. Y es precisamente este amor universal el que permite que se exprese la felicidad en nuestro interior, porque el amor sin servicio es algo vacío. Al desarrollarse la felicidad, la paz interior sigue creciendo, formándose así un círculo virtuoso que es lo que podemos denominar avanzar por el camino de la luz, por el camino de Dios.
El Gran Maestro Jesús expresó claramente la realidad de Dios de un modo que se ha podido comprender perfectamente hasta la actualidad. La figura de un padre amoroso, que actualmente ya podríamos denominarlo igualmente como madre amorosa, pero que durante siglos, la figura de la mujer ha quedado siempre relegada a un segundo plano, esa figura de padre amoroso se transmitió en aquella época mostrando los atributos que caracterizan de un modo infinito a nuestro concepto de Dios, estos atributos son poder, amor y sabiduría (padre, hijo y espíritu santo en la tradición cristiana), y que en esa imagen de ese padre amoroso podemos comprenderlo e identificarlo, y así se ha interpretado a lo largo de la historia, incluyéndole otras características menos divinas, como la ira, la venganza, el castigo, todas ellas en grado infinito, y que han sido un lastre durante miles de años para comprender el sentido de la vida, ya que si se cambia el punto de vista, cambia la observación y cambia la experiencia, y cuando comprendemos que la Creación es imposible que se haya expresado desde una voluntad hostil, podremos entender el sentido amoroso con el que se expresa la vida, la utilidad de disponer de una materia tan vulnerable y el sentido educativo que tiene la experiencia desde la libertad. Y con esta información vamos comprendiendo la voluntad de Dios, paso a paso, poco a poco, en un proceso infinito, que es lo que realmente da sentido a nuestra propia existencia.
Cuando comprendemos que
somos almas inmortales y que tenemos la libertad de poder evolucionar por
nuestra propia voluntad, entenderemos que esta libertad es el regalo más importante que nos ha entregado Dios, porque solo a través de la libertad y de
la comprensión de la oscuridad por medio de la experiencia personal, solo así
es como podremos apreciar la luz en toda su dimensión. Esta libertad nos
garantiza la satisfacción de alcanzar los objetivos por nuestro propio mérito.
No se siente lo mismo cuando se llega a la cumbre de una montaña tras haberla escalado paso a paso, roca a roca, que si nos llevan cómodamente hasta la
cumbre sin el menor esfuerzo por nuestra parte. En el primer caso alcanzamos la
sensación de triunfo, en el segundo es posible que ni siquiera valoremos la
belleza del paisaje.
Por eso es tan importante que cada persona haga el trabajo que le corresponde, ya que es el único modo de que pueda valorar sus logros, y nuestra participación se reducirá a apoyar a quien lo necesita, pero no a hacer el trabajo que solo ella debe hacer.
16.
Ayudar a que los demás hagan su
propio trabajo
Cuando comprendemos que somos almas inmortales y que tenemos la libertad de poder evolucionar por nuestra propia voluntad, entenderemos que esta libertad es el regalo más importante que nos ha entregado Dios, porque solo a través de la libertad y de la comprensión de la oscuridad por medio de la experiencia personal, solo así es como podremos apreciar la luz en toda su dimensión. Esta libertad nos garantiza la satisfacción de alcanzar los objetivos por nuestro propio mérito. No se siente lo mismo cuando se llega a la cumbre de una montaña tras haberla escalado paso a paso, roca a roca, que si nos llevan cómodamente hasta la cumbre sin el menor esfuerzo por nuestra parte. En el primer caso alcanzamos la sensación de triunfo, en el segundo es posible que ni siquiera valoremos la belleza del paisaje. Por eso es tan importante que cada persona haga el trabajo que le corresponde, ya que es el único modo de que pueda valorar sus logros, y nuestra participación se reducirá a apoyar a quien lo necesita, pero no a hacer el trabajo que le corresponde.
Todas las personas vamos acumulando información y experiencias que nos van modelando nuestra personalidad y que nos permiten ver la realidad de un modo siempre condicionado. A esto le llamamos prejuicios, juzgamos lo que sucede principalmente por nuestras ideas preconcebidas y, en mucha menor medida, por la propia realidad. Así, podemos ver el camino que transitamos desde el punto de vista del gusano, que solo capta lo que toca, o del pájaro, que divisa el terreno en su máxima dimensión.
Pero todos hemos pasado por periodos de mayor ignorancia que actualmente, es un proceso necesario por el que hemos tenido que pasar para estar donde estamos hoy, y nuestra realidad y experiencia actual es necesaria para que podamos evolucionar a más altos niveles en el futuro. Por ello, podemos comprender que todos los seres de la Creación estamos en nuestro momento único, individual y necesario, y que juzgar y condenar, e intentar que los demás piensen necesariamente como nosotros, solo demuestra nuestra ignorancia sobre la realidad de la vida. Pero si podemos compartir puntos de vista con otras personas manteniendo una mente abierta, tendremos oportunidades de evolucionar y daremos oportunidades de evolucionar a los demás, pero todos somos libres de aprovechar las oportunidades, y es totalmente razonable respetar las decisiones de los demás en la misma medida que hacemos respetar las nuestras. Por eso, lo mismo llueve para el justo que para el injusto, la misma información llega para el sabio que para el ignorante, y de nosotros depende el aprovechamiento que le demos a cada oportunidad que nos presenta la vida. Este aprovechamiento es desplegar las alas para observar el camino a vista de pájaro, es ampliar al máximo nuestro punto de vista, es experimentar el librepensamiento, que es el único camino que nos puede llevar a transitar nuestra propia verdad.
18.
Cada persona tiene su camino
Si comprendemos que la
vida encarnada es una escuela de almas, podremos asumir que cada uno de los
miles de millones de almas que poblamos este planeta está en su proceso de
aprendizaje. Sería absurdo que un alumno de último curso despreciase las
enseñanzas que reciben los alumnos de primer curso, porque él mismo también las
necesitó para poder ir avanzando y llegar donde está actualmente. Del mismo
modo, también sería absurdo despreciar las experiencias de la vida por las que
están pasando otras personas. Solo si nosotros comprendemos la necesidad que
otros tienen de pasar por ese aprendizaje, podremos confirmar ante nosotros
mismos que realmente hemos superado esa lección que ellos todavía están
aprendiendo, en caso contrario, es posible que la vida nos haga pasar por esas
mismas lecciones que despreciamos en otros, porque nosotros aún no las habremos
comprendido, asimilado y superado.
Respetemos el camino
que transita cada alma, porque es por el que necesita pasar en este momento, y
si tenemos oportunidad de ayudar en ese proceso a través del servicio que
aporta el ejemplo, el consejo, el apoyo, estaremos cumpliendo con esa parte que
nos corresponde desarrollar con total humildad, que es ser un eslabón de la
cadena que permite que todos podamos ayudar a evolucionar por la vía suave del
aprendizaje, sin tener que pasar necesariamente por la dura experiencia de
experimentar las enseñanzas de la vida desde la ignorancia y la soledad.
En esta cadena de apoyo mutuo de la que podemos elegir formar parte, podremos ser ayudados por el eslabón que se encuentra delante de nosotros y, del mismo modo, podremos ayudar al eslabón que se encuentre justo detrás nuestro. Un alumno de primer curso no comprende las enseñanzas que está recibiendo el de último curso, al igual que carece de sentido que el alumno de último curso asista a las clases de primer curso. Cada maestro y cada lección es útil únicamente para los alumnos a los que les corresponde. Por eso, cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de ser de servicio para algunas personas, pero no para todas, y desde esta comprensión podemos analizar con prudencia a quienes podemos ser de servicio realmente, porque si echamos perlas a los cerdos, ya conocemos el resultado.
20.
Las oportunidades que nos muestra
la vida
La vida, como escuela de almas que es, tiene para cada uno de nosotros un programa escolar. Como a todas las cosas, podemos darles muchos nombres, yo utilizaré el concepto de mapa de la vida para poder transmitir esta información. El mapa con el que venimos a esta encarnación es un amplio marco de posibilidades por las que podemos transitar e ir experimentando para poder desarrollar la capacidad de elegir, sabia y libremente, por dónde transcurrir nuestro caminar y hacia dónde dirigirnos, y es nuestro Guía Espiritual, igual que Pepito Grillo en el cuento de Pinocho, el que nos va indicando a través de la conciencia cuál es el camino correcto, pero solo nosotros mismos podemos tomar las decisiones de qué camino elegir en cada cruce. Es nuestra libertad, nuestra responsabilidad y nuestro privilegio, y cada uno de esos cruces y cada tramo del camino es una oportunidad para poder aprender o para poder enseñar, para seguir sembrando las semillas que deseemos, unas semillas que crecerán, ya sea de malas hierbas o de frutos sabrosos, y que podrán sufrir o aprovechar quienes pasen más tarde por ahí, quizá nosotros mismos en algún momento no muy lejano. Seamos conscientes de intentar aprovechar todas las oportunidades que nos da la vida, porque cada momento de nuestro presente es el comienzo de nuestro futuro.
21.
La trascendencia infinita de
nuestras experiencias
Todo lo que pensamos y
todo lo que hacemos son manifestaciones de energía que emitimos al universo, y
que quedan grabadas de forma eterna en la mente del todo, en la sabiduría
absoluta. Es evidente que en el nivel de ignorancia en el que nos encontramos,
una gran parte de nuestras respuestas ante la vida son errores, y el hecho de
que queden grabados no significa de ningún modo que estemos sentenciados
eternamente. Del mismo modo que los progenitores recordamos con cariño cuando
nuestros hijos aprendían a andar y se caían una y otra vez hasta lograr caminar
con soltura, exactamente igual hará la causa primera y creadora de todas las
cosas con nuestros errores, que son perfectos y necesarios para que podamos
aprender y evolucionar por nuestro propio mérito.
Las características que diferencian el comportamiento de los progenitores amorosos y sabios en relación con sus hijos de los progenitores que son ignorantes se resumen en tres:
-
Dan
libertad para que los hijos puedan experimentar.
-
Les
obligan a asumir las consecuencias de sus errores.
-
Siempre
conservan y demuestran el cariño hacia sus hijos.
Todas las experiencias por las que pasamos tienen una trascendencia importantísima, y cuando lo comprendemos, nos hacemos cada vez más conscientes de seguir el mejor camino que nos sea posible en cada momento, aprendiendo a cada paso y aportando lo mejor de nosotros en cada oportunidad.
22.
Servir es conectarse y apoyarse
entre las personas
Desde un punto de vista
egoísta, las relaciones con los demás buscan exclusivamente el beneficio
propio, y todo lo demás siempre está subordinado a este objetivo. Si observamos
las consecuencias de esta actitud podremos verificar que nunca podrá ser una verdadera
conexión y que el apoyo que se pueda producir, evidentemente nunca buscará el
beneficio de los demás.
Desde una actitud de
servicio, los objetivos de nuestra vida se amplían, se cumple el mensaje que el
Maestro Jesús tan claramente nos mostró con su Regla de Oro, de amar al prójimo
como a nosotros mismos, de desearle el mismo bien que queremos para nosotros,
de tener en cuenta sus sentimientos y necesidades en el mismo nivel de
importancia que los nuestros, lo que indudablemente cambia el modo de percibir
la realidad y de gestionarla y, si lo observamos con detenimiento, podemos
comprender que es el único modo de que se produzca una auténtica conexión y
apoyo de los unos con los otros.
23.
Evitar desgastarnos en el servicio
no aceptado
Si comprendemos el
valor del libre albedrío que tenemos todos los seres humanos y lo ponemos en
práctica, las relaciones que tengamos con los demás siempre estarán basadas en
el respeto y en la libertad, y esto hace que nuestra actitud de servicio siempre
esté sustentada en el ofrecimiento, de modo que se pueda observar la aceptación
de la ayuda por parte de la persona necesitada. Porque obligar nunca será
servir.
Sí que es cierto que hay situaciones en las que no hay oportunidad de preguntar. Si una persona que no sabe nadar cae al agua, carece de sentido quedarse esperando a ver si responde a nuestra propuesta de auxilio, o si un niño está a punto de hacer algo que pueda ser peligroso, sería totalmente imprudente quedarnos pasivos mientras tanto. La urgencia de la situación es un factor que puede impulsarnos a interferir en los procesos ajenos sin pedir permiso, y somos responsables de ello ante nuestra conciencia, pero ¿No querríamos que nos hicieran eso también a nosotros? Cada cual tiene la oportunidad de analizar sus propios actos, sin necesidad de juzgarlos ni condenarlos, para ir aproximándose paulatinamente a la verdad.
24.
Respetar el libre albedrío de los
demás para no interferir
Mientras la situación en la que nos encontramos no suponga una urgencia en la que consideremos que tenemos que intervenir para evitar unas consecuencias que no sepamos aceptar, el hecho de comprender y permitir el ejercicio de la libertad de cómo piensa, siente y actúa cada persona, nos aporta una tremenda paz interior, y ya no es necesario luchar contra la realidad.
25.
Servir es tender la mano, pero
nunca obligar. La importancia del libre albedrío
El libre albedrío es la
cualidad que más claramente distingue la esencia del ser humano del resto de la
Creación que somos capaces de conocer, y que se encuentran en el nivel del
instinto y desarrollan sus respuestas en base a unos modelos que no dan lugar a
elegir comportamientos diferentes.
Desde el nivel humano tenemos la libertad de elegir, de decir NO a nuestros instintos. No podemos anularlos, pero sí gestionarlos, lo cual es imposible para los seres del mundo animal o vegetal. Esta característica nos permite investigar los caminos del error, que es el único modo de apreciar realmente el sendero de la sabiduría. Por tanto, si comprendemos la importancia del libre albedrío en el proceso evolutivo de todos los seres humanos, respetarlo forma parte de nuestro propio proceso de evolución en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Así, el servicio se convierte en un proceso colaborativo, donde quien ayuda y quien es ayudado están teniendo la oportunidad de evolucionar, el primero a través de la misión, el segundo por medio del destino.
26.
La interferencia es ignorancia
Ayudar es una cosa, pero cuando estamos impidiendo o dificultando que una persona pase por las vicisitudes que la vida le pone por delante, estamos demostrando nuestra ignorancia sobre el sentido de la vida, lo cual es una enseñanza que tenemos pendiente, y que lo comprobaremos a través del hecho de que esta experiencia nos quitará la paz interior. Podemos agradecer todas las oportunidades de evolucionar, y la experiencia con esa persona nos puede estar mostrando una lección muy importante, al comprender esa necesidad evolutiva que nosotros tenemos, y que nos liberará del sufrimiento y nos aportará paz interior.
27.
Solo se puede ayudar y amar en
libertad. La ayuda es una expresión del amor, y la libertad es donde se
sustenta todo el proceso evolutivo
La ayuda es una expresión genuina del amor, y solo podemos ayudar realmente cuando aportamos algo en el proceso evolutivo de los demás. Si coartamos la libertad de alguien, nunca le podremos, ni ayudar, ni amar.
28.
El servicio ayuda en la evolución
Cuando comprendemos que nuestra realidad actual está sustentada en todo el servicio, en toda la ayuda que hemos recibido, desde la concepción, el crecimiento en el vientre de nuestras madres, el gran apoyo recibido por las personas que nos han cuidado, alimentado y educado, si comprendemos toda la ayuda recibida, si la valoramos y agradecemos, estamos comprendiendo nuestra propia experiencia de cómo el servicio de los demás nos ha ayudado en nuestra propia evolución. Y nuestra influencia y participación en la vida, también contribuye al progreso evolutivo de otras personas. Como seres sociales que somos, nuestra evolución está siempre vinculada a nuestras relaciones con los demás.
29.
La personalidad se forma con las
experiencias y el legado de generaciones anteriores
Es muy habitual creer que nuestra personalidad es una expresión individual de nuestro yo, pero todas las experiencias por las que pasamos están influyendo de un modo más o menos importante en las decisiones que tomamos. Nosotros somos nosotros y nuestras circunstancias, unas circunstancias que nos condicionan, pero que nunca nos determinan, porque siempre, siempre, podremos elegir el modo de experimentarlas a nivel interno, que es en lo que realmente consiste nuestra verdadera esencia y la que logra nuestra evolución, y que nos prepara para poder manifestarla en la experiencia de la vida.
30.
La educación infantil es servicio
Si hay algo importante en todo colectivo es el legado que entrega cada generación a la siguiente, es un tesoro de sabiduría que permite que las nuevas generaciones dispongan de información verificada que les permita acelerar su avance en el camino de la vida. Es evidente que todo lo que transmitimos a las siguientes generaciones es la expresión de nuestra sabiduría y de nuestra ignorancia, pero este conocimiento que cada persona recibimos, siempre limitado, siempre conteniendo errores, es una oportunidad para poder seguir avanzando desde el punto en el que lo dejaron nuestros ancestros.
31.
Las relaciones pueden desarrollarse
desde el servicio
¿Qué mejor forma de relacionarnos con los demás que dar el primer paso? Hay personas que solo responden en función del comportamiento de los demás, son procesos reactivos por los que todos hemos pasado. Es la ley del ojo por ojo, que si la aplicamos en todo momento, en muy poco tiempo todos nos quedaríamos ciegos. El Maestro Jesús nos mostró un nuevo modelo, un nuevo paradigma, que transforma totalmente el modo de experimentar la vida, porque nos hace protagonistas de la realidad, nos permite tomar la iniciativa y no esperar a observar el comportamiento de los demás. Desde este modelo, claramente más elevado, podemos observar que habrá muchas ocasiones en las que las personas y las situaciones puedan ser hostiles, de rechazo, desagradables, y si respondemos del mismo modo, el proceso se hará cada vez más complejo, difícil y destructivo. Pero si a la oscuridad le aportamos nuestra luz, la transformación que se logra en la experiencia es claramente diferente. Lo importante no es lo que nos ocurre, sino qué hacemos nosotros con lo que nos ocurre, y cuando somos conscientes de los efectos tan importantes que podemos promover a través de lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, nos abrimos a la posibilidad de decidir hacernos protagonistas de nuestra propia experiencia, de no dejarnos zarandear por la realidad, sino participar en ella dirigiendo todas las manifestaciones de nuestro ser a expresar nuestra mejor versión, tanto hacia nosotros mismos como en todo momento y lugar en el que podamos participar.
32.
Nuestros errores y los de los
demás como servicio indirecto de aprendizaje
Cuando mantenemos nuestra mente abierta a expresar lo mejor de nosotros, podremos observar fácilmente que hay muchas ocasiones en que nos equivocamos, cometemos errores en muchos casos sin intención de ello, consecuencia evidente de que tenemos que aprender, que mejorar, en este proceso infinito de perfección que, como nos señaló el Gran Maestro Jesús, busca ser perfectos como Dios lo es (Evangelio según San Mateo 5:48). Y todo proceso de perfección es un desplazamiento desde la ignorancia hacia la sabiduría, desde la simpleza hacia la comprensión, desde la oscuridad hacia la luz. Por tanto, tenemos que estar en la ignorancia y avanzar hacia la sabiduría, y si estamos sumidos en la ignorancia, no nos quedará otro remedio que aprender de ella, de nuestros errores y de los errores de los demás para evitar repetirlos, y analizar el modo de transformarnos paso a paso, porque la vida nos está mostrando siempre lo que realmente necesitamos, pero es necesario observar en nuestro interior para poder observar lo exterior desde el enfoque que podamos aprovechar en nuestro camino, que siempre es personal, y de este modo, todos los errores que podamos observar, tanto en nuestro interior como en el exterior, serán oportunidades que podremos aprovechar para aprender de ellas, porque todo es perfecto y es necesario en la experiencia de la vida.
33.
Servir es ayudar valorando a quien
lo necesita
Todo acto de servicio es una oportunidad de contribuir a hacer un mundo mejor. Pero debemos ser conscientes de que la ayuda tiene la finalidad de facilitar que otras personas puedan cumplir con el destino que les corresponde, por lo que es necesario conocer las intenciones de las personas a las que deseamos ayudar y servir. Como siempre, ofrecemos nuestro apoyo, pero nunca creemos que nuestra forma de ver las cosas es la que los demás necesitan y, por supuesto, nunca obligaremos ni realizaremos el trabajo que les corresponde a los demás.
34.
Las experiencias nos sirven para
progresar
Si comparamos la vida con cualquier enseñanza de carácter profesional, podremos entender la necesidad de la comprensión y de la práctica para adquirir la capacitación, la maestría, que nos permita gestionar nuestras tareas de forma eficiente. Cuando observamos a alguien eficiente decimos que hace con facilidad lo que para otras personas les resulta difícil o imposible. Esa es la esencia de la vida, ir adquiriendo capacidades que nos permitan transitar el sendero de un modo más eficiente, lo que es lo mismo que decir que podamos expresar cada vez mejor el poder, el amor y la sabiduría que vamos adquiriendo. Y por supuesto que hay experiencias que son desagradables, difíciles, dolorosas, pero son precisamente estas situaciones las que más fácilmente nos perturban la paz, por lo que son las más importantes que tenemos que aprender a gestionar con eficiencia. Sin experiencia no hay desarrollo, y sin desarrollo no hay progreso.
La actitud es el filtro que nos da las oportunidades de interpretar y aprovechar cada uno de los procesos por los que pasamos. Con una actitud negativa, siempre tendremos excusas para poder desaprovechar las oportunidades de aprendizaje y de felicidad. Con una actitud positiva, sin embargo, todas las experiencias que podemos denominar “buenas” las disfrutaremos, y las que podemos denominar “malas” serán nuestras grandes lecciones que nos permitirán agradecer a Dios por habérnoslas presentado.
La atención es el modo en que el alma se desnuda para encontrar la verdad interior a través de la experiencia exterior. La atención es la cualidad necesaria para poder mantenernos en la gestión del proceso deseado, en el objetivo propuesto. Si perdemos la atención, la vida nos seguirá llevando, pero esta vez por caminos que no hemos deseado ni elegido.
La actitud es la chispa que enciende el fuego de la atención, permitiendo manifestar la consciencia, lograr el aprendizaje y desarrollar la evolución.
COMENTARIOS, PREGUNTAS Y
CUESTIONES
Las preguntas y
aportaciones del público, dentro de las limitaciones de tiempo, fueron:
1. ¿Entendemos realmente lo que es y lo que implica el servicio?
2. El verdadero servicio siempre debe ser voluntario.
3. ¿La actitud de los padres sabios podría ser aplicable hacia las
demás personas?
También hubo una serie de preguntas y cuestiones preparadas
para compartir tras la exposición en caso de no haber consultas y comentarios
del público, pero que no fueron necesarias en este momento, y que en las reuniones online del grupo Moral y
Espiritualidad se analizaron por los participantes:
4. ¿Qué efectos tiene pensar que cuando ayudamos es lo más ventajoso
para nosotros mismos?
5. ¿Cómo ayudan los padres sabios a sus hijos?
6. ¿Cómo
podríamos actuar cuando observamos que una persona sufre y creemos que necesita
ayuda?
7. ¿Qué
pasa si ofrecemos ayuda y la persona no responde como esperábamos?
8. ¿Delimitar
puede ser una forma de egoísmo?
9. ¿Podemos
considerar que no ayudar es una forma de ayudar?
La conferencia acabó
con unos comentarios
finales.
Este es un resumen de
las aportaciones compartidas:
¿Entendemos realmente lo que es y lo que implica el servicio?
Cada
persona tiene sus propias ideas en función de sus experiencias personales, su
aprendizaje en esta vida y en las vidas anteriores, que van conformando nuestra
personalidad.
A lo largo
de la vida encarnada vamos adquiriendo una serie de cualidades, ya sean de
sabiduría o de ignorancia (la ignorancia es el paso para poder alcanzar la
sabiduría), unas cualidades que no se nos manifiestan cuando nacemos, ya que se
muestran en el momento de la experiencia encarnada en que las necesitamos para
poder perfeccionarnos, como nos transmitió Allan Kardec a través de los
mensajes que les aportaron los espíritus.
En resumen,
no somos almas perfectas y nos encarnamos para perfeccionarnos, avanzando por
un camino donde expresamos las cualidades de Dios: poder, amor y sabiduría que,
al ser creados a su imagen y semejanza, las disponemos en potencia, igual que
una semilla alberga en su interior la potencia del árbol que está llamada a
ser. Fuimos creados simples e ignorantes en el punto de partida, y hasta este
momento hemos experimentado, aprendido y avanzado evolutivamente, pero este
camino, afortunadamente, es infinito, como infinito es Dios e infinita es la
Creación.
Por muy
inteligentes que nos creamos, nadie ha conseguido crear vida de la nada, ni
siquiera lo más mínimo. Por tanto, nuestra capacidad es limitada, progresiva y
evolutiva.
En el
proceso encarnado se pueden observar los grandes cambios que experimentamos. La
niñez, la pubertad, la juventud, la madurez, la ancianidad, son etapas en las
que se van incorporando en nosotros una serie de cualidades que tenemos la
oportunidad de evolucionar y otras que nos dan la oportunidad de aplicarlas y
mostrarlas a otras personas, oportunidades todas que poder aprovechar,
lecciones a aprender y enseñanzas a compartir, pero incluso de lo que creemos
conocer, siempre podemos seguir evolucionando, porque todo es gradual en la
esencia de la vida, en la sabiduría infinita de Dios, por mucho que creamos
saber de algo, siempre tenemos la oportunidad de seguir aprendiendo y
evolucionando más en cualquier aspecto de nuestra vida. Por lo tanto, esa evolución
que adquirimos es una excelente oportunidad de transmitir a otras personas lo
que ya sabemos, porque somos seres sociales, vivimos en sociedad, y todo lo que
aprendemos de los demás es un atajo maravilloso que nos permite avanzar de un
modo mucho más rápido que si tuviéramos que estar experimentando por el método
científico de ensayo y error, fallando, una y otra vez, hasta lograr el
propósito, pero si alguien nos lo enseña, el progreso es vertiginosamente
mayor. ¿Alguien se puede imaginar pretender ser médico sin estudiar ningún
libro, solo a través de ir experimentando con los pacientes? Evidentemente,
enseguida los pacientes se volverán “impacientes”. Es necesario estudiar antes
de poder practicar, y ese estudio es información de sabiduría que han
compartido otras personas y que la ponen a disposición de los demás. Todo lo
que podamos aportar en la vida es nuestro servicio de enseñanza, siempre en función
de nuestro nivel de sabiduría. Pero nadie ha alcanzado la sabiduría absoluta,
igual que en el símbolo del yin y el yang, en la ignorancia siempre hay algo de
sabiduría, y en la sabiduría siempre hay algo de ignorancia. Comprender esto
nos permite mantenernos en unos niveles de humildad maravillosos, porque nos
permite comprender que nunca estaremos en posesión de la verdad absoluta, nos
mantiene en ese estado de eternos aprendices, abiertos a toda nueva
información.
Efectivamente,
somos eternos aprendices en la escuela de la vida, estamos experimentando la
vida, una vida que tiene un nivel físico que es importantísimo aprovechar,
porque nos lo ha dado Dios. En este nivel físico hay muchos procesos que
funcionan automáticamente, gestionados por nuestro inconsciente, así como
procesos reactivos y emocionales que no pasan por el nivel mental. Pero cuando
el ser humano comienza a desarrollar el nivel mental, comienza a razonar y a
generar sentimientos (nivel senti-mental).
Las
emociones están en el nivel físico y los sentimientos están en el nivel mental,
pero por encima de ellos está el nivel espiritual, que otros autores denominan
transmental, supraconciencia, iluminación, alma, etc., pero que el nombre que
podamos darle no cambia la realidad de lo que es. Este nivel espiritual es
donde se manifiestan esas razones que la razón no entiende, los atributos del espíritu.
Se manifiesta en los sentimientos, pero está por encima de ellos, ya que todas las
realidades del espíritu producen el proceso de “causación descendente”. Por
ejemplo, el amor es una manifestación del nivel espiritual, que se expresa en
el nivel mental en forma de cariño y en el nivel físico en forma de atracción.
Pero
también hay un proceso denominado “limitación ascendente”, donde se puede
observar que cuando el nivel físico está influido por determinadas emociones
instintivas y limitantes, bloquea e impide una adecuada gestión del nivel
mental. Igualmente, cuando se está bloqueado en el nivel mental con ideas
materialistas, dogmáticas, radicales, es imposible acceder al nivel espiritual,
por lo que desde esta situación no se pueden expresar las cualidades vinculadas
al amor, ya que se manifiestan en el nivel del espíritu.
En el
ámbito espírita se busca la comprensión espiritual y su expresión, lo que dará
la posibilidad de poder manifestar el fenómeno de causación descendente que
influirá positivamente en los procesos mentales y comportamentales, comprensión
mental y expresión física de ese amor universal, que es lo que encierra la
esencia del mensaje del espiritismo, porque todos los espíritus elevados
transmiten que la esencia de nuestra experiencia de vida es desarrollarnos en
el nivel del amor, del reino interior del que hablaba el Maestro Jesús, y todo
lo demás se nos dará por añadidura.
Y cuando hemos
alcanzado la comprensión de esta información y sentimos la capacidad de estar
en condiciones de poder expresarme y compartirla, podemos sentirnos
privilegiados por ello, podemos expresar nuestro servicio a través de compartir
nuestros conocimientos y experiencias, con una parte de ignorancia siempre,
pero del mejor modo de expresar la sabiduría que podemos en este momento.
El verdadero servicio siempre debe ser voluntario.
Existen dos
vías complementarias en el proceso evolutivo del alma: el aprendizaje y la
experiencia, la vía del conocimiento y la vía del espíritu.
La vía del
espíritu es experiencial. Las personas que a lo largo de la historia se les ha
denominado “iluminadas”, transmiten del mejor modo que pueden las experiencias
por las que pasan. En estas experiencias, que podríamos denominar como
sublimes, de éxtasis, cuanta más información disponga una persona, mayor
capacidad tiene para poder expresar lo vivido de modo que sea capaz de hacerse
entender. Cuando una persona es capaz de poner en práctica el conocimiento
unido a la experiencia espiritual está demostrando y transmitiendo el mensaje
que el Espíritu de la Verdad transmitió a Allan Kardec, y que constituye la
esencia del espiritismo: “amarnos e instruirnos”, porque una persona ignorante
que intenta explicar estas experiencias tiene que interpretarlas desde su
limitado punto de vista, y otras personas que la escuchan la vuelven a
interpretar, poniendo una gran cantidad de contenido adicional que parte de la
falta de comprensión y de la imaginación, y si una persona tiene la información
necesaria, tendrá mayor capacidad de poder comprender y transmitir de un modo
más objetivo la información disponible y las experiencias por las que pasa. Por
tanto, ambas capacidades, conocimiento y experiencia, son complementarias,
necesarias ambas, para poder transmitir y hacerse entender acerca de las
experiencias sublimes, compartiendo las experiencias de un modo más fidedigno,
más aproximado a la verdad.
Evidentemente,
no es necesario aprender de memoria toda la codificación espírita y toda la
sabiduría perenne de la humanidad para comenzar a practicar y experimentar,
porque cada persona está en un tramo del camino, y cuando estamos al principio
de la andadura en cualquier área del conocimiento, nuestras capacidades de
puesta en práctica son muy limitadas, pero siempre se puede intentar aplicar lo
aprendido hasta el momento. En toda faceta del conocimiento sabemos poco o
mucho, pero nunca lo sabremos todo absolutamente, porque somos limitados, ya
que estamos en un proceso evolutivo infinito, y cuando reconocemos que siempre
podemos seguir aprendiendo, nuestra actitud para aprovechar toda la oportunidad
de aprendizaje nos abre a la posibilidad de seguir evolucionando. De otro modo,
nos sentiremos en posesión de una verdad absoluta que, evidentemente, es un
error que se paga con el estancamiento en el camino de la sabiduría y en la
tergiversación de la verdad, ya sea voluntariamente o no, al comunicar nuestros
conocimientos. Y desde nuestra limitación, el acto de servir desde la
ignorancia se puede convertir en tener muy buenas intenciones, pero muy pobres
resultados.
Veamos un
ejemplo: “mi hijo se droga y me da mucha pena. Y para aplacar mi sufrimiento de
verlo tirado por la calle, lo voy a llevar a mi casa, lo voy a cuidar y le voy
a seguir dando toda la droga que necesite para que se sienta bien”.
Evidentemente, todas las personas comprendemos esa actuación no es la correcta…
porque estamos pensando y hablando de alguien que NO es nuestro hijo. Pero este
análisis ante un supuesto caso que no nos afecta directamente nos permite
analizarlo de un modo mucho más objetivo, y cuando entendemos desde el nivel
del amor sabio qué podemos y debemos hacer, eso sirve para nuestras
experiencias personales y para las de cualquier otra persona.
Cuando
somos capaces de comprenderlo y razonarlo desde el nivel de la mente, hay veces
que no somos capaces de ponerlo en práctica, porque en el nivel de nuestra alma
todavía somos suficientemente ignorantes como para todavía no poder comprender
que ese hijo está pasando por unas experiencias de las que él tiene que salir.
Podemos ayudarle, pero no podemos hacer su trabajo, no podemos recorrer su
camino. Y ese proceso consiste en desarrollar la autorresponsabilidad.
Analicemos
qué hacen los padres y madres sabios:
1.
Son
ejemplares ante sus hijos. Solo aconsejan aquello que ellos mismos ponen en
práctica.
2.
Les
dan libertad para que puedan actuar y experimentar.
3.
Nunca
liberan a los hijos de la responsabilidad de las consecuencias de todo aquello
que hacen.
4.
Les
mantienen y demuestran el cariño en todo momento y circunstancia.
Los padres
ignorantes actúan al contrario. Por ejemplo, un padre, con el cigarrillo
encendido, le explica a su hijo que fumar es muy malo, le prohíbe fumar y le
amenaza con que lo castigará severamente si se entera de que fuma.
Los hijos hacen lo que ven, no lo que oyen. Cuando un hijo actúa de un modo que los padres consideran incorrecto, los padres ignorantes intervienen y se inmiscuyen en la vida del hijo, les aconsejan e incluso les intentan imponer su punto de vista, y le intentan solucionar los problemas que el propio hijo ha generado con sus comportamientos, interfiriendo en el proceso educativo que la vida había reservado para el hijo. El error radica en entender que el servicio es solucionar los problemas al mundo. Si alguien cree que tiene la potestad de resolver los problemas de los demás podría preguntarse qué finalidad tiene la vida de las demás personas. Si tenemos a un Mesías que nos salva, carecería de sentido que nosotros tengamos que esforzarnos en evolucionar. Y los padres ignorantes siguen el mismo modelo de la imagen del Dios vengativo que nos han transmitido durante generaciones, los padres se enfadan, la retiran el cariño a los hijos y les dicen que no los quieren, que no los aman.
Este tema continúa en ¿Cómo ayudan los padres sabios a sus hijos?
¿La actitud de los padres sabios podría ser aplicable hacia las demás
personas?
Estos
principios que poder aplicar en las relaciones con los hijos es perfectamente
aplicable a las relaciones con las demás personas y con el mundo. Podrían
adaptarse del siguiente modo, donde se han puesto EN MAYÚSCULAS los cambios en
relación con el modelo de actuación ante los hijos:
1.
Son
ejemplares ante LOS DEMÁS. Solo aconsejan aquello que ellos mismos ponen en
práctica.
2.
Les
dan libertad para que puedan actuar y experimentar.
3.
Nunca
liberan a LAS DEMÁS PERSONAS de la responsabilidad de las consecuencias de todo
aquello que hacen.
4.
Les
demuestran en todo momento y circunstancia que les mantienen el AMOR UNIVERSAL.
Por tanto, podríamos
entender que este amor universal consiste en expresar una actitud de
padre-madre amoroso, sabio, respetuoso y consciente, que tiene en cuenta los
sentimientos y necesidades de toda forma de vida, incluyendo la suya propia,
porque solo podemos dar de aquello que tenemos.
¿Qué efectos tiene pensar que cuando ayudamos es lo más ventajoso para
nosotros mismos?
La primera
sensación es la de haber actuado correctamente, lo que conlleva una
satisfacción interior que no se puede comparar con ninguna otra. Podríamos
expresarlo como la íntima satisfacción de cumplir con nuestro deber moral, la
expresión de los valores del alma.
Todo lo que
aprendemos, todo lo que nos supone alguna forma de evolución, necesita ponerse
en práctica, porque es imprescindible para que se produzcan verdaderamente las
transformaciones en nuestro interior, lo cual se traduce en expresar el
servicio hacia los demás, que se traduce en desear activamente para los demás
lo que deseamos para nosotros mismos y ponerlo en práctica. El servicio es una
herramienta para la evolución del alma, y podríamos considerarla la herramienta
esencial. Y esa práctica avanza en el camino de la perfección cuando la
revestimos de amor, porque es imposible servir verdaderamente sin expresarlo
desde el amor. En caso contrario, no es servicio realmente, sino que se está
buscando un beneficio personal, a veces un tanto oculto, pero siempre desde la
baja dimensión del egoísmo y la ignorancia.
El
servicio, expresado desde el amor, nos aporta la satisfacción interna que
podemos denominar felicidad, entendiéndola como la posibilidad de evolucionar,
desarrollando nuestra alma al poner en práctica el amor.
El servicio
también es una de las mejores formas de transmitir valores, porque el mejor
maestro es el ejemplo. Por nuestros hechos nos conocerán, y por nuestros hechos
podremos transmitir el camino que recorremos.
Y debemos
entender que actuar de forma ejemplar es expresarnos como realmente somos, por
lo que no requiere de ningún esfuerzo adicional. De hecho, la intención de
querer demostrarles a los demás los valores que hemos alcanzado en la vida es
una forma de egoísmo que se denomina vanidad, y que siempre acaba en la
soberbia espiritual, una sutil forma de ignorancia que es tremendamente difícil
de erradicar mientras permanecemos inconscientes, en esos procesos automáticos
por donde nos lleva el ego.
Pero cuando
tomamos las riendas de nuestra vida, cuando nos hacemos conscientes, podemos
acceder a los valores que tenemos almacenados en nuestra conciencia y podemos
expresarlos tanto hacia nuestro interior como a través de nuestras palabras y
actos.
Toda
manifestación de energía tiene un lado luminoso y un lado oscuro, y aunque es
cierto que todo lo negativo tiene una parte positiva, también todo lo positivo
tiene una parte negativa, expresado tan sublimemente en la imagen bicolor del
yin-yang. Esto es porque somos almas en evolución, no somos perfectos, siempre
tenemos la posibilidad de cometer errores, y por eso, desde nuestra mejor
intención, podemos intentar ayudar de un modo ignorante, podemos pensar
erróneamente que lo que consideramos mejor para nosotros mismos es precisamente
lo mejor para los demás, e incluso que nuestra ayuda siempre esté condicionada
a que siempre sea lo mejor para nosotros mismos, valorando en segundo término
los beneficios para los demás. Son formas de ayudar que están impregnadas de
egoísmo.
Cuando
ayudamos, siempre nos ayudamos a nosotros mismos, ayudar es la esencia del
proceso evolutivo del alma, por lo que es evidente que siempre será lo mejor
para nosotros. Pero después hay que olvidarlo, separarnos del nivel del ego y
trascenderlo, aportando nuestra mejor versión en cada intención, en cada acto,
en cada experiencia, en cada relación. Porque si nuestra intención es mediocre,
el servicio que demos también lo será, es una forma de autoengañarnos y de
expresar nuestra ignorancia, la ignorancia, la incomprensión del verdadero
sentido de la vida.
Cuando estamos en el
nivel del egoísmo, siempre nos centraremos en lo que falta, el vaso siempre lo
percibiremos medio vacío. Nuestro camino es aprender a centrarnos en esta
evolución del alma, que es el modo de ver el vaso siempre medio lleno. Porque
desde la consciencia podemos manifestar la conciencia, y aunque observaremos
las faltas y los errores, lo haremos con la única finalidad de aprender y de
agradecer el aprendizaje, pero elegiremos centrarnos y aprovechar la parte
llena del vaso, la parte positiva de cada momento y experiencia, en resumen, la
alegría de los momentos agradables y la enseñanza de los momentos
desagradables.
¿Cómo ayudan los padres sabios a sus hijos? (y otras cuestiones)
Este tema ya se comenzó a tratar en la anterior sección “El verdadero servicio siempre debe ser voluntario” (acceder) y aquí vamos a intentar ampliarlo.
En primer
lugar, recordemos las cuatro características que adornan a los padres y madres
sabios:
1.
Son
ejemplares ante sus hijos. Solo aconsejan aquello que ellos mismos ponen en
práctica.
2.
Les
dan libertad para que puedan actuar y experimentar.
3.
Nunca
liberan a los hijos de la responsabilidad de las consecuencias de todo aquello
que hacen.
4.
Les
mantienen y demuestran el cariño en todo momento y circunstancia.
Si damos
consejos que no seguimos nosotros mismos, estamos expresando ignorancia, y cada
acto nos caracteriza, expresa lo que somos, es decir, quien actúa como un
ignorante, es un ignorante.
Cuando los
padres actúan así, los hijos se sienten desorientados, pierden la confianza en
sus progenitores y buscan las referencias en otro lugar, ya sea en la pandilla
de amigos o en cualquier otro grupo que esté dispuesto a acogerlos, incluso cuando
en el grupo actúan desde la violencia contra ellos, porque prefieren sentir
dolor que no sentir nada, y así es como se incorporan a bandas de niños y
jóvenes ignorantes, liderados por ciegos que guían a otros ciegos, cayendo en
las drogas, la violencia y la delincuencia, experiencias de oscuridad que necesitan
para poder apreciar la luz y dirigirse hacia ella de forma voluntaria y
consciente.
En la
parábola del hijo pródigo (Evangelio según San Lucas 15:11-32) se muestran los
valores que deben adornar a los padres y madres sabios. El padre de la parábola
dio libertad y respetó las decisiones del hijo; cuando el hijo se gastó todo y
sentía necesidad, no fue detrás de él para vigilarlo y auxiliarlo, sino que
permitió que experimentara las consecuencias de sus actos; y esperó
pacientemente a que tomase la decisión de volver sin retirarle jamás el cariño.
Finalmente, cuando el hijo llegó a su nivel de saturación de sufrimiento se
aproximó de nuevo a la casa familiar, y el padre lo recibió con los brazos
abiertos y, feliz, celebró la vuelta del hijo.
Cuando observamos
la realidad desde fuera de nosotros, cuando descontextualizamos y tomamos
distancia, comprendemos la realidad de un modo mucho más objetivo y coherente,
dejamos de sentirnos tan implicados y comprendemos con mucha mayor perspectiva,
nuestra respuesta ya no es reactiva, es consciente y proactiva, más coherente,
menos egocéntrica. Pero es necesario tener el valor, la determinación necesaria
para ponerla en práctica, porque muchas veces comprendemos la teoría muy
claramente, pero no somos capaces de integrarla en la realidad de nuestra vida,
ya sea por pereza, por miedo, por vergüenza… siempre puede haber una excusa que
nos aleje de tomar la decisión de actuar del modo que somos capaces de considerar
desde la razón como lo más correcto.
El
verdadero amor nunca puede ser ignorante, porque es la expresión de la
sabiduría que ha acumulado nuestra alma, y si nos inmiscuimos en todas aquellas
cuestiones que les corresponde resolver a los demás, quizá creyendo
erróneamente que nosotros tenemos una capacidad de comprensión superior, si les
resolvemos los problemas, que no son otra cosa que las lecciones que la vida
les pone para darles la oportunidad de evolucionar, les estamos arrebatando la
posibilidad de aprender, de evolucionar. Por eso es tan importante que los
hijos estén totalmente concienciados de que la responsabilidad de sus
decisiones siempre les corresponderá asumirlas a ellos mismos, y eso es algo
que los padres tienen que saber inculcar desde que los niños son pequeños… o lo
antes posible desde que los propios padres lleguen a comprender. Porque cuando
asumimos la responsabilidad de nuestros actos, automáticamente nuestras
respuestas en la vida son más conscientes, se tienen en cuenta las
consecuencias, nos alejamos de la impulsividad y conversamos con nuestra
conciencia, con nuestro ser interior, antes de tomar decisiones que, de otro
modo, podríamos arrepentirnos muy pronto.
Otro punto esencial es
el hecho de que los padres y madres sabios nunca retiran el cariño a sus hijos,
y nunca les dicen ni insinúan que no los quieren o que no los van a querer. Es
un intento de manipulación, de chantaje, siempre ignorante, para que los hijos
se comporten del modo que los padres desean. En la parábola del hijo pródigo,
cuando regresa a casa pobre, sucio, harapiento y hambriento, el padre se alegra
por el regreso, y aunque el hijo solo le implora un rincón donde dormir junto a
los animales, el padre lo colma de bendiciones y lo vuelve a aceptar en la que
siempre ha sido su casa.
Demostrar
el cariño hacia los hijos permanentemente, en todo momento y circunstancia, es
fundamental para los padres y madres. Pero como ya hemos comentado, el amor no
es ignorante, y podemos manifestar cariño no exento de firmeza, porque si
deseamos lo mejor para nuestros hijos, el camino correcto nunca será reírles
sus caprichos y sus errores, sino que les corresponde a los padres educar a sus
hijos para intentar inculcarles la sabiduría necesaria para poder resolver con
el mayor éxito posible los retos de la vida, y cada hijo es diferente, como
también lo es cada edad, y en la sabiduría de los padres reside la posibilidad
de expresarse de modo que los hijos los comprendan y aprovechen sus consejos. Y
es cierto que los padres no siempre lo hacen de forma acertada ni los hijos lo
aprovechan del modo adecuado, pero eso también forma parte de la experiencia
por la que todos, padres e hijos, tienen que pasar.
Por tanto,
son los hijos los que tienen que actuar en las cuestiones que les corresponden,
necesitan poner en práctica la información que les transmiten los padres y el
resto de la experiencia de la vida para poder desarrollarse y evolucionar
realmente.
También se
ha expuesto que esta actitud materno-paterna de sabiduría puede adaptarse a las
relaciones que podamos tener con cualquier otra persona, salvando la distancia
de la responsabilidad que evidentemente nos puede corresponder con nuestros
propios hijos, pero cuando comprendemos que este concepto es un modo más
evolucionado, responsable y eficiente de relacionarnos con las demás personas y
con la vida ¡¡y lo ponemos en práctica!! estamos dando un paso de gigante en
nuestra propia evolución, estamos cumpliendo con nuestro destino, con la
experiencia de vida que nos corresponde de un modo amoroso y sabio.
En este
punto es importante entender la diferencia entre el amor universal y el cariño
afectivo hacia las personas con las que tenemos alguna forma de relación, ya
sean familia, amigos, personas próximas, en suma. El Maestro Jesús nos enseñó a
amar al prójimo como a nosotros mismos, pero es evidente que no podemos
mantener la misma relación con nuestros seres queridos que con las personas que
nos agreden, que nos muestran hostilidad, y podemos comprender que todos ellos
son próximos a nosotros, son prójimos. Amar, por tanto, es diferente que
mostrar cariño, amar es desear lo mejor, del mismo modo que deseamos lo mejor
para nosotros mismos, y de este modo podemos cumplir con la enseñanza de amar
al prójimo como a nosotros mismos. Pero el cariño solo se puede manifestar
hacia las personas (y los animales) con quienes tenemos algún tipo de vínculo
afectivo, una relación de cordialidad, lo que hace que nuestra relación sea
diferente que con el resto de la Creación.
Por tanto,
amar a los enemigos no implica mostrarles el mismo cariño que a las personas
próximas, pero sí transmitirles nuestras mejores intenciones y expresarles
nuestros más altos valores, haciendo lo posible para contribuir a mejorar la
relación con estas personas y con la expresión de ello que transmitimos al
mundo.
Pero si
comprendemos la ley de afinidad, que nos muestra que cada ser vivo transmite
una determinada vibración relacionada con un nivel de sabiduría, y que esas
vibraciones se aproximan, se conectan e interactúan con otras vibraciones
similares, podremos comprender la importancia que tiene el hecho de delimitar
las relaciones con las personas y entornos que nos resulten tóxicos, aquellos
que estén en una sintonía vibratoria inferior a la nuestra, una sintonía por la
que ya hemos pasado, que la comprendemos con paciencia amorosa, que la hemos
logrado superar y que ya no nos corresponde. Porque si nos quedamos en ella, es
posible que podamos acabar impregnados de esa energía, limitando nuestra
capacidad de expresión de aquellos valores superiores que todavía no hemos sido
capaces de integrar totalmente, lo cual nos puede hacer creer que hemos
retrocedido en el proceso evolutivo, pero lo que ocurre en realidad es que no
hemos llegado a poner en la práctica y consolidar la información de mayor
sabiduría amorosa previamente adquirida, es decir, no hemos sabido aprovecharla
correctamente todavía, y el tiempo y la vida nos dará las oportunidades de
poder ponerla en práctica más adelante.
Así,
podemos observar y comprender que no estamos en la vida para resolver los
procesos evolutivos de los demás, pero en lo que tengamos capacidad, siempre
debemos tender la mano en todo aquello que consideremos oportuno, pero si las
personas rechazan este ofrecimiento o si nos muerden la mano, el hecho de
insistir solamente entorpece el proceso evolutivo de los demás y demuestra
nuestra propia ignorancia.
Hay un
proverbio que dice que, si te engañan la primera vez, la culpa es de la otra
persona, pero si te engañan por segunda vez, la culpa es tuya. Igualmente
ocurre con el apoyo que ofrecemos, y no es cuestión de esperar agradecimiento,
sino de comprobar los efectos de nuestros actos, porque al final, en nuestro
propio nivel, todas las experiencias tienen una determinada trascendencia en
nuestra realidad, en nuestro aprendizaje, en nuestra evolución, en nuestro
destino, y si ofrecemos ayuda pero es rechazada, ya sea de forma amable o
desagradable, la vida nos está mostrando que nuestra intención no está alineada
con la de la persona a la que pretendemos ayudar, por lo que probablemente sea
más sensato y sabio evitar insistir. Puede ser una lección para la otra persona,
pero evidentemente es una lección para nosotros mismos que podemos aprovechar e
integrar en nuestra realidad.
Y si el amor al prójimo
tiene como límite el amor hacia nosotros mismos, el hecho de dejarnos pisotear
es una forma de ignorancia que se aleja de esta enseñanza que nos transmitió el
Maestro Jesús.
¿Cómo podríamos actuar cuando observamos que una persona sufre y
creemos que necesita ayuda?
El primer
punto que poder analizar es el tema de la creencia. Podemos creer que la
persona necesita ayuda, pero es posible que no sea así. Por ejemplo, si vemos a
una persona que se encuentra tirada por la calle podemos pensar que necesita
ayuda, pero podría darse el caso de que quisiera estar viviendo de esa manera.
Es evidente que nuestros actos siempre serán el resultado de nuestras
observaciones, que no podemos garantizar que comprendamos todo, y preguntar a
la persona si necesita ayuda es uno de los mejores modos de tender la mano y de
facilitar nuestra comprensión de la situación, respetando el libre albedrío de
los demás, siempre dentro de los límites que marca el sentido común. Porque hay
tres cuestiones que limitan el respeto al libre albedrío de los demás:
-
La
urgencia de la ayuda.
-
El
riesgo de esa persona contra sí misma.
-
El
riesgo de esa persona contra los demás.
En estos dos casos
podemos valorar nuestra posible intervención, siempre que podamos hacerlo en el
momento oportuno y valorando las consecuencias de nuestros actos.
Hay que
entender que todas las experiencias por las que cada persona pasa son
oportunidades evolutivas que tiene, pero también podemos comprender que, si
nosotros observamos estas situaciones, automáticamente formamos parte de esa
experiencia en nuestro nivel personal y colectivo, por lo que nuestras acciones
u omisiones tienen una trascendencia, tanto para nosotros como para los demás.
Muchas
situaciones pueden surgir de un modo muy rápido, inesperado. pandemias, lluvias
torrenciales, terremotos, cortes de energía eléctrica o falta de suministro de
agua son ejemplos de situaciones que pueden cambiar de un modo drástico e
inmediato las condiciones de vida de grandes colectivos humanos. En estas
situaciones suele aparecer lo mejor y lo peor de las personas. Lo peor son las
reacciones inconscientes ante la ignorancia, el miedo o el egoísmo, y lo mejor
son los comportamientos altruistas que se manifiestan en estas situaciones,
donde hay personas que lo comparten todo, e incluso arriesgan sus propias vidas
por ayudar a los demás.
Cuando
observamos estas situaciones que llegan de inmediato y por sorpresa, podemos
hacernos conscientes de que toda la realidad en la que nos movemos puede
cambiar drásticamente en unos instantes, lo que nos permite agradecer todas las
bondades y comodidades que disfrutamos en este momento, pero también podemos
prepararnos para estar en condiciones de afrontar determinadas realidades a las
que nos podemos enfrentar de un modo sorpresivo. Finalmente, la comprensión de
estas realidades nos permite analizar el sentido de nuestra vida actual, la
valoración del camino que estamos recorriendo y las posibles transformaciones a
las que podríamos aspirar.
No
obstante, las experiencias confrontantes no siempre las aprovechamos para
lograr la concienciación oportuna, y por eso la vida nos pone delante de otras
experiencias, cada vez más difíciles, como respuesta a la acumulación de
errores y a la falta de aprovechamiento de las enseñanzas que nos pone la vida
a través de la experiencia, hasta llegar al punto de saturación
de sufrimiento, donde la vida ya nos acorrala y no nos permite
seguir huyendo de nuestro destino evolutivo.
Comprendiendo
esto podemos llegar a la conclusión de que nuestra vida no sigue un camino
claramente definido y automático, sino que disponemos de un mapa de la vida, y que nuestras
decisiones en cada cruce del camino nos permitirán transitar diferentes
territorios, diferentes experiencias. Quizá todo no esté ya escrito, o quizá
está escrito en el nivel del Absoluto, pero la realidad en la que nos movemos
nos demuestra que nuestras decisiones modifican nuestra realidad, y que la
resignación y el inmovilismo ante lo desagradable no tiene precisamente buenos
resultados.
Lo que
creemos es lo que creamos, y lo que creamos modifica nuestra experiencia y
nuestra realidad personal. Así, ante una misma realidad, una persona pesimista
tendrá unas experiencias totalmente diferentes a las que pueda tener una
persona optimista. Ambas están creando su realidad personal en base a la
percepción de la única realidad y, evidentemente, esta diferente percepción
hace que la experiencia, los comportamientos y la relación con el entorno sean
totalmente diferentes. Podemos concluir que nuestra forma de ver la realidad
transforma nuestra interpretación, transforma la realidad que se manifiesta en
nosotros.
Por ejemplo, hay
personas que agradecen el trabajo, ya que les da oportunidades de creatividad,
de recursos, etc., y hay otras personas que solo observan el trabajo como una
especie de condena y fuente de sufrimiento. Cada una de ellas experimentará la
vida de un modo totalmente diferente, a pesar de estar haciendo lo mismo. Y por
eso, las enfermedades psicosomáticas, aquellas que tienen su origen en una
mente alterada, se desarrollarán de un modo más directo en estas personas que
siempre ven, en cada experiencia de la vida, el vaso medio vacío.
¿Qué pasa si ofrecemos ayuda y la persona no responde como
esperábamos?
La actitud
más positiva que conozco para gestionar la vida es intentar hacer las cosas lo
mejor posible, pero dejar los resultados en manos de Dios. Si nos centramos en
qué es lo que tenemos y queremos hacer, pero entendemos que hay muchos factores
que pueden influir en el resultado, podremos actuar sin expectativas, sin
depositar nuestra paz y nuestra felicidad en el resultado, en las respuestas de
los demás, en cómo se comporta la vida con nosotros. Con esta actitud podemos
centrarnos totalmente en el aquí y en el ahora, podemos concentrar nuestra
energía en la parte que nos corresponde y podemos mantener una actitud abierta
ante cualquier tipo de resultado, que podremos agradecer y del que podemos
aprender. Es la forma de expresar el amor universal, porque si esperamos algo
externo a cambio de la expresión de nuestra alma, es que no hemos entendido que
el verdadero tesoro se encuentra en nuestro interior y que se adapta a lo
externo al expresarlo, pero en el nivel interno no está condicionado ni
limitado por estas causas externas. Dicho de otro modo, es muy diferente
mantener una intención de que todo lo que ocurra sea lo mejor para mí a que la
intención sea expresar el amor en todo momento y lugar del mejor modo posible.
Cada
persona interpreta la realidad del mejor modo que sabe y puede, por lo que no
podemos garantizar que nuestras mejores intenciones tengan por qué ser
interpretadas del modo en el que nosotros las entendemos. Y es posible que
nuestra mejor intención no produzca el efecto más positivo que necesite la
persona a quien intentamos ayudar. Evidentemente, en este caso, la respuesta de
la persona probablemente no se ajustará a nuestras expectativas, ya que nuestra
intervención, no solo puede que no resuelva el problema, sino que incluso
podría hasta acrecentarlo.
Por
ejemplo, un niño que no sabe nadar está en la piscina con un flotador alrededor
de su cuerpo. En un momento dado, el niño se empuja con los pies sobre la pared
de la piscina y con el impulso el flotador pasa a la altura de las rodillas y
el niño queda boca abajo, asomando los pies sobre el agua. Si intentamos
ayudarle tirando de sus pies, pero no tenemos la fuerza suficiente para sacarlo
del agua, el niño podría ahogarse. Nuestro intento de ayuda incrementa el
problema en lugar de resolverlo.
Por otro
lado, otra intención que podemos albergar es intentar explicar algo a una
persona que no está preparada para poder comprenderlo. Hay muchas personas que
tienen desarrollados complejos de culpabilidad, de pesimismo, personas con una
actitud negativa que se cierran en sus propias ideas y conceptos, a las que
intentar hacerlas comprender nuestros puntos de vista es una tarea totalmente
inútil, una tarea imposible. Es evidente que se puede intentar, pero cuando nos
comunicamos y observamos una total resistencia a contemplar ideas y opiniones
diferentes, la prudencia y el respeto al libre albedrío nos pueden invitar a
transitar el camino del silencio, no por una cuestión de orgullo herido, sino
por la comprensión de que ese no es el momento oportuno para que esa persona
pueda aceptar nuestros consejos u opiniones.
Nosotros no
somos nadie para imponer qué cosas aceptan o no aceptan los demás, pero sí
tenemos la libertad de decidir qué aceptamos o no aceptamos nosotros mismos, y
cuando entendemos que todo lo que ocurre, la realidad, se ajusta de forma
exacta al cumplimiento de las leyes de la vida, que son la voluntad de Dios, el
hecho de aceptar la realidad tal y como es, es la consecuencia natural de este
despertar de consciencia.
Por tanto,
toda pérdida, toda forma de sufrimiento, son experiencias dolorosas que Dios
nos ofrece a través de la vida para que podamos evolucionar en amor y
sabiduría. Si alguien muere, es decir, su alma se libera de su atadura física,
es porque Dios lo permite, porque ni un solo cabello caerá de nuestras cabezas
sin que Dios lo autorice (Evangelio según San Lucas 21:18).
¿Cuántas veces
le hemos dicho a Dios cómo queremos que haga las cosas? Es evidente que no es
otra cosa que una expresión de nuestra ignorancia… y de nuestra soberbia,
porque si le decimos a Dios cómo tiene que hacer las cosas, es porque creemos
que sabemos más que Dios. Y si todo ocurre de acuerdo con la voluntad de Dios,
pero nos enfadamos porque las cosas no salen como deseamos, no solo nos
desequilibramos, sino que desconfiamos de la voluntad de Dios, en resumen, nos
damos una oportunidad más de hacernos conscientes de nuestra propia ignorancia.
En la
página de oraciones del Grupo Moral y Espiritualidad se propone un modo de
solicitar ayuda para las personas que lo necesitan: “para que las experiencias
por las que pasan estas personas y el resto de las personas con las que
interactúan puedan ayudarles a avanzar en su proceso evolutivo, para que puedan
realizar los cambios necesarios para superar las experiencias y para que puedan
desarrollar la fuerza y la fe necesarias para aceptar lo que no se pueda
cambiar” (acceder),
y hemos podido constatar multitud de resultados que muchas personas denominan
“milagros”, pero que no es otra cosa que el cumplimiento de las leyes divinas
al producirse transformaciones de emisión y recepción de energía, tanto en las
personas que están pasando por estos trances como por las que las acompañan en
las experiencias, ya que al cambiar el ritmo vibratorio, cambia también la
energía que se emite y que se recibe, y cambia la experiencia.
Así, cuando
una persona cambia su patrón vibratorio, está tomando una decisión en un cruce
del mapa de su vida, está tomando una dirección diferente, con experiencias y
resultados diferentes. Y las oraciones que se dirigen a otras personas son un
apoyo que les puede ayudar, pero cada persona es protagonista de su propio
destino, cada persona tiene que realizar su transformación interna y expresar
en lo externo dicha transformación.
Cuando
ayudamos a alguien de cualquier forma, ya sea de forma física, con la
enseñanzas o consejos, o con energía espiritual, es igual que cuando ayudamos a
arrancar un vehículo (ver artículo la
ciencia de la oración), donde la ayuda permite el inicio del movimiento,
pero después es necesario dirigir y mantener adecuadamente el vehículo por la
su propia persona.
La energía que emitimos
tiene un impacto demostrado científicamente por el doctor Masaru Emoto en su
investigación sobre los cristales de hielo que han sido previamente impregnados
de pensamientos y sentimientos (ver La
emisión de energía de amor a los alimentos). Teniendo en cuenta que nuestro
cuerpo físico está compuesto por agua en más de la mitad de su peso (más
info) podemos concluir que los pensamientos y sentimientos propios y ajenos
nos influyen en el nivel físico, lo cual multiplica el efecto de la
sintonización en el nivel mental.
¿Delimitar puede ser una forma de egoísmo?
El hecho de
delimitar, de saber decir “no” en el momento oportuno, puede ser una
manifestación de egoísmo, pero también puede ser una expresión de sabiduría.
Saber delimitar es una herramienta, y el modo en que la utilicemos, la
intención que pongamos y el amor que expresemos a través de esa puesta en
práctica es lo que definirá el valor de nuestra conducta.
El amor no
es idiota. El Maestro Jesús dijo que, si nos golpean en una mejilla, que
mostremos la otra, que demos otra oportunidad (Evangelio según San Mateo 5:39),
pero no dijo que nos dejásemos matar a golpes. Es evidente que él sí que murió
martirizado, y nos demostró cómo los dirigentes judíos cumplían una ley divina
básica de la naturaleza, que dice que todo lo que se ataca, se defiende.
Delimitar,
en este contexto, es tomar consciencia de lo que no deseamos en nuestra vida,
porque no tenemos afinidad con ello, y actuar de forma amorosa y sabía para
hacer lo posible para que no nos afecte y, si no es posible, para mitigar sus
efectos, aportando lo mejor de nosotros en el proceso, aceptando con el mejor
ánimo posible todo aquello que no podamos cambiar.
Es evidente
que no tiene ninguna lógica tolerar de forma prolongada situaciones hostiles,
de desprecio, etc. Es el momento de querer a la persona o a la experiencia…
pero quererla lejos, porque nos hacemos conscientes de que no necesitamos
seguir compartiendo esa compañía, transitando ese camino. Pero, como se explicó
en el párrafo anterior, hay ocasiones en las que el distanciamiento no es
posible (una guerra) o no es asumible (cuidar un pariente con una enfermedad con
comportamientos agresivos). En estos casos, la aceptación de la realidad y la
atención a las enseñanzas que nos aporta la experiencia es la mejor actitud
posible que yo conozco.
En todas
las relaciones, y más especialmente en las relaciones de pareja, cuando existe
algún tipo de violencia, la separación debe ser inmediata, porque la
continuidad en la relación puede incrementar las agresiones y acabar en lesiones
graves o asesinato. Sin embargo, cuando estamos experimentando una relación
desagradable que no llega a la agresión física, donde hay insultos, malos
modos, etc., y cuando nos sentimos con energía y consciencia suficiente como
para valorar la experiencia como un aprendizaje y un entrenamiento,
comprendiendo que la vida nos ha regalado a una persona entrenadora personal
que nos ayuda a reconocer nuestras debilidades, todo aquello que nos quita la
paz, y cuando somos capaces de convivir con esa persona sin que perdamos la
paz, la lección ya ha finalizado con aprovechamiento y ya no necesitamos seguir
compartiendo vida con ella, pudiéndonos despedir sintiendo agradecimiento por
las lecciones que nos ha aportado esta experiencia en nuestro proceso
evolutivo.
Solamente
se puede observar, medir y desarrollar la fuerza cuando hay una resistencia que
se le oponga. Un entrenamiento de fuerza física exige resistencia física que
superar, y al aumentar la fuerza física, el entrenamiento también necesita
hacerse más intenso. Igualmente, un entrenamiento mental precisa de retos
mentales que resolver y, por último, un entrenamiento del alma precisa de
experiencias que le permitan desarrollar sus valores esenciales, universales e
inmortales, valores que reflejan las cualidades de Dios en potencia, siempre
manifestadas en nosotros de forma limitada, pero infinitamente progresiva, como
son el poder, el amor y la sabiduría en todas sus diferentes formas de
expresión, y todas estas cualidades se desarrollan, como en los niveles físico y
mental, por medio de la superación de retos, la resolución de problemas, la
creación de mejoras en nuestro entorno, que se expresan en los niveles mental y
físico cuando nos mantenemos en los ritmos vibratorios elevados de nuestro ser.
Si
observamos las historias, los relatos de la literatura y del cine, todos los
protagonistas tienen retos que superar, problemas que resolver. Esa es la
esencia de la historia, y cuando el problema se ha resuelto, el relato, la
película, la historia… acaba. Podemos observar con este ejemplo que tenemos en
nuestro interior el impulso de superar dificultades, de perfeccionarnos y
evolucionar, y cuando permanecemos mucho tiempo en un determinado estado o
nivel, irremediablemente acabamos teniendo el impulso de seguir avanzando, de
salir de nuestra zona de
confort-pereza-resignación y continuar nuestro camino evolutivo infinito de
adquisición y perfeccionamiento de las cualidades de Dios en nosotros y de
compartirlas con los demás a través del servicio eficiente, amoroso y sabio.
La
superación y el aprendizaje evolutivo de cada experiencia es lo que le da
realmente valor, y al superar las experiencias nos superamos a nosotros mismos.
Esto no significa que tengamos que estar buscando problemas, puesto que la vida
ya se encarga de ponernos los que necesitamos en cada momento, bien sea a
través de circunstancias externas o de impulsos internos de perfeccionamiento,
búsqueda, aventura y superación, y en cada uno de ellos podemos buscar
aprovechar el máximo aprendizaje, experiencia y evolución, transformando y
mejorando la realidad del mejor modo que nos sea posible.
Todo ese
camino nos está llevando por un proceso evolutivo, porque esas resistencias,
retos, limitaciones y enseñanzas, nos dan la oportunidad de seguir
evolucionando. Así, la ignorancia se transforma en sabiduría, dejamos nuestro
antiguo vestido y nos ponemos el que corresponde al nuevo ser en el que nos
transformamos, con mayores y mejores herramientas para afrontar y gestionar las
experiencias de la vida, que es la esencia para la que estamos en este plano
encarnado.
Por tanto,
delimitar es importante, y también lo es decidir el momento adecuado para
hacerlo. Es importante valorar los sentimientos y necesidades propios, pero
también los sentimientos y necesidades de las personas implicadas, siempre
desde el mayor grado de amor y la sabiduría que dispongamos en ese momento. Y
esto implica una decisión, clara y consciente, de cuándo y cómo decir “basta”,
ya sea de modo absoluto o limitado, porque hay ocasiones en las que la
separación puede ser progresiva.
No hay una regla fija,
porque todo son circunstancias diferentes que nos llevan a tomar decisiones
también diferentes, buscando expresar el amor y la sabiduría, y mantener, en lo
posible, la paz interior durante el proceso. Y este sentimiento de paz interior
es el indicador, es la brújula, que nos está indicando que estamos siguiendo el
camino correcto.
¿Podemos considerar que no ayudar es una forma de ayudar?
Ayudar es contribuir a mejorar las condiciones, el aprendizaje y la evolución de alguien, y si no tenemos capacidad para ello, nuestras intervenciones pueden entorpecer más que ayudar en el proceso.
Si estamos
haciendo el trabajo que le corresponde a la otra persona, estamos entorpeciendo
su progreso, su evolución, porque no estamos permitiendo que pase por las
experiencias que la vida le ofrece para que pueda experimentar, aprender y
evolucionar.
Todos
tenemos libre albedrío para poder entorpecer la vida de los demás, por eso
tenemos que desarrollar nuestra sabiduría para evitar que nuestras buenas, pero
ignorantes intenciones, se conviertan en obstáculos de evolución de los demás.
Sin
embargo, cuando alguien nos pide opinión, nos está abriendo la puerta para
poder aportarle nuestra propia forma de entender la situación y nuestro punto
de vista de las posibles soluciones, lo cual no tiene por qué ser
necesariamente lo que la otra persona considere que puede solucionarle el
problema. Aportar la propia opinión desde el respeto y la humildad de no creerse
en posesión de la verdad absoluta es una actitud que honra a quien la pone en
práctica.
Las
relaciones con los hijos son un claro ejemplo de este proceso. No se puede tratar
del mismo modo a un hijo de cinco años que uno de quince o de treinta, porque
ese hijo no es el mismo en cada una de las edades por las que pasa, y es
necesario comprender los sentimientos y necesidades reales de las personas con
las que nos relacionamos y a las que intentamos dar un servicio útil, adecuado
y oportuno. Porque actuar desde el egoísmo y la ignorancia nunca logra
resultados adecuados, y solo se sale de este nivel a través de la consciencia y
de la voluntad mantenida para lograr transformarnos y evolucionar.
Si a un
niño lo llevamos siempre de la mano, nunca será capaz de aprender a andar por
sí mismo. Soltar al niño es una forma de ayudarlo. Y eso es algo que los
animales tienen perfectamente integrado en su instinto. Y los seres humanos,
aunque seguimos teniendo la parte instintiva, también incluimos el
razonamiento, que permite gestionar el instinto, pero evidentemente no siempre
se hace de un modo óptimo, porque vamos evolucionando progresivamente, y
siempre quedan cosas por aprender.
Pero entendamos que toda
actuación de ignorancia no es un pecado del que nos tenemos que arrepentir, sino
que es un error del que tenemos que aprender, es el camino que necesitamos para
evolucionar de un modo libre y voluntario. Y para seguir evolucionando tenemos
que salirnos de nuestra zona conocida, por lo que es lógico que cometamos
errores, y entendemos así que los errores forman parte necesaria de la esencia
de la vida, por lo que culpar a otros o culparnos a nosotros mismos por los errores
cometidos deja de tener sentido. Y si mantenemos la atención y la intención,
toda experiencia nos podrá servir de aprendizaje, y en caso contrario, cada
error que cometamos tendrá consecuencias negativas acumuladas que nos seguirán
dando oportunidades de aprender de forma libre y voluntaria en esta maravillosa
y perfecta escuela de la vida.
Hay muchas
ocasiones en las que debemos detener nuestra actividad frenética, nuestro ritmo
al que estamos acostumbrados, detenciones que nos permiten revisar el mapa de
nuestra vida, la ruta que estamos tomando, el sentido que tiene lo que estamos
haciendo, y gracias a estas detenciones tenemos la posibilidad de decidir si
continuamos transitando la misma senda o tomamos la decisión de cambiar a otra
que se pueda ajustar más a nuestro actual sentido de la vida.
Podemos comprender que
no todo lo que observamos está en nuestra mano poder resolverlo, y que hay
cosas que, a pesar de poder resolverlas, podemos observar que no nos
corresponde a nosotros hacerlo. Pero en lo que a nosotros sí que nos concierne,
el camino más sensato es el de intentar analizar la situación, resolver lo que
nos sea posible, minimizar el problema cuando no podamos resolverlo por
completo, y aceptar lo que no podamos resolver con una actitud positiva y de
aprendizaje en la escuela de la vida.
Comentarios finales en la conferencia
-
Somos
los dueños de nuestro propio destino individual. Tenemos circunstancias
diferentes, y nadie tiene la capacidad real de saber cómo tiene que comportarse
otra persona. No conocemos nuestra propia historia, ya que estamos en modo
inconsciente, automático, durante una importante parte de cada día. Por ello ¿es
acaso razonable creer que estamos en condiciones de conocer la historia de los
demás?
-
“Nosce
te ipsum” (conócete a ti mismo). Es posible que esta frase encierre la esencia
de la vida, que podríamos decir que es aproximarnos a Dios en sus cualidades,
porque somos polvo de estrellas, partículas de la Creación, átomos del espíritu
de Dios. Somos una chispa de la Creación, con todos los atributos de Dios en
potencia, y estamos siguiendo un camino, libre y voluntario, que nos está
llevando a desarrollar, de un modo infinito, estas cualidades. Si nos
imaginamos desde nuestra perspectiva actual qué ocurriría si nuestro recorrido
evolutivo finalizara, podríamos entender que a partir de ese momento nuestra
realidad carecería de sentido. Tenemos la oportunidad infinita de seguir avanzando,
descubriendo, experimentando, aprendiendo, creciendo de un modo inacabable en
niveles progresivos de felicidad. Porque aprender, mejorar, evolucionar, son
los procesos y experiencias que llenan nuestra alma cuando agradecemos nuestra
ignorancia, porque nos permite tomar las decisiones, libres y conscientes para
transitar nuestro propio camino.
-
Cuando
seguimos el camino hacia Dios, experimentamos niveles progresivos de felicidad.
Es cierto que hay obstáculos, pero los obstáculos no tienen por qué quitarnos
la felicidad, los obstáculos son, precisamente, los retos que nos liberan de la
monotonía, que nos ayudan a esforzarnos, a aprender nuevas facetas de la vida,
son tareas que nos pone Dios a través de la vida para permitirnos seguir
avanzando en el camino de la evolución.
-
Pero
cuando nos salimos del camino hacia Dios, el camino de la verdad y el amor, se
manifiesta en nosotros el sufrimiento, que no es otra cosa que la resistencia
de nuestra mente ante lo que ocurre, la creencia de que la vida tiene que ser,
no de acuerdo con la voluntad de Dios, sino con la voluntad propia, es decir,
en nuestra ignorancia creemos que Dios está equivocado, y nosotros, creyéndonos
más sabios que Dios, le pedimos en nuestras oraciones que las cosas cambien.
-
Cuando
sufrimos por cualquier cosa cuyo cambio no está en nuestras manos la
posibilidad de lograr, ni siquiera influir para poder modificarlo, podemos
comprender que nuestra mente no está ni en el aquí ni en el ahora, que no
estamos centrándonos en el proceso que nos corresponde transitar.
-
Cada
persona tiene un camino de evolución propio, personal, correspondiente a su
propia responsabilidad, que contribuirá decisivamente en su propia evolución,
pero que también influirá en la evolución colectiva, de su familia, su entorno,
su ciudad, su país, el planeta y el universo, porque todos participamos en el
desarrollo de cada parte del todo, y cada parte forma parte de otra parte, cada
vez mayor, hasta llegar al todo, eso que llamamos infinito y que incluye a
todas las partes. Pero si no evolucionamos personalmente, individualmente, es
imposible que podamos contribuir a que evolucione ninguna otra parte del todo.
-
Si
dejamos de prestar atención a todas aquellas cuestiones en las que no podemos
influir de ningún modo, si las aceptamos como parte del paisaje de nuestra
vida, y si nos centramos en todo aquello en lo que sí podemos participar y
contribuir a mejorar, esencialmente en conocernos a nosotros mismos, porque
este conocimiento progresivo de nuestra propia realidad es lo que realmente nos
permite expresarnos de un modo cada vez más sabio, amoroso y eficiente, nos
permite desarrollar nuestras capacidades y ponerlas al servicio de los demás,
es la puesta en práctica en forma de servicio de todo conocimiento, evolución y
progreso adquirido.
-
Por
eso es muy importante poner el servicio dirigido hacia nosotros, cuidarnos
bien, tratarnos bien, organizarnos bien, pensar, sentir y actuar bien. No
podemos dar de lo que carecemos, y por eso es imprescindible desarrollarnos del
mejor modo posible para poder servir del mejor modo posible. Nuestra evolución
siempre contribuirá a desarrollar la evolución de los demás.
-
El
amor universal incluye muchas manifestaciones, y una de ellas es el respeto. Es
imprescindible respetar las ideas, las creencias, los comportamientos de los
demás en la misma medida que hacemos respetar nuestras ideas, creencias y
comportamientos. Pero cuando comprendemos que toda expresión de las cualidades
de Dios, poder, amor y sabiduría, son graduales, progresivas, en un proceso
infinito de evolución, podemos observarnos y comprender nuestras limitaciones,
nuestro camino siempre inacabado, y todo lo que nos falta en nuestra evolución
de amor y sabiduría no es otra cosa que ignorancia, por lo que podemos estar
intentando expresar amor sin respetar. Es una posibilidad. ¿Es un amor genuino,
un amor absoluto? Evidentemente no, es un amor limitado, pero todos somos
limitados, y cuando observamos a alguien que no nos respeta, podemos comprender
que esa persona es ignorante, tan ignorante como lo podemos ser nosotros
mismos. Y cuando reconocemos que todos somos ignorantes en mayor o menor medida,
y que por medio de nuestro libre albedrío podemos manifestar toda esa
ignorancia, cualquier persona puede dejar de respetarnos del mismo modo que
nosotros también podemos dejar de respetar a otras personas, y cuando estamos
en “modo amor” lo comprendemos, y cuando comprendemos, la experiencia no nos
quita la paz. Cuando un niño pequeño se enfada, llora, comprendemos que está en
su proceso, por lo que no nos tiene por qué quitar la paz. Y si una persona
adulta se comporta como un niño pequeño, podemos comprender que, a nivel del
alma, es un ser infantil, y si nosotros nos podemos considerar unos
adolescentes a nivel del alma, es posible que podamos comprender este
comportamiento, y podemos participar ayudándole, pero también podemos tomar
distancia, porque delimitar también forma parte de la expresión de la
sabiduría. No es necesario resolver todas las guerras, cada cual tiene la suya,
y es la que necesita en ese momento de su aprendizaje evolutivo.
-
Finalmente,
la última pregunta que queda en el aire para que la pueda responder cada cual
¿qué clase de mundo quiero? La respuesta a esta pregunta nos puede indicar el
camino a seguir en las relaciones con nosotros mismos y con los demás, porque
nos podemos convertir, si lo decidimos, en artífices y protagonistas de nuestro
destino, y podemos influir tremendamente, de un modo u otro, en los destinos de
los demás.
EL CAMINO DE LA
TRANSFORMACIÓN
El hielo puede convertirse en agua y el agua en vapor, pero
también al contrario, porque hielo, agua y vapor son lo mismo vibrando en
diferentes niveles de energía, en diferentes frecuencias. Nosotros también
somos energía por lo que, si una situación externa puede influir en generar una
emoción o un sentimiento en ti, entonces una emoción o un sentimiento internos
pueden influir en crear una situación externa. Por ejemplo, si conseguir el
trabajo de tus sueños te ayudaría a sentirte bien, sentirte en plenitud puede
ayudarte a conseguir ese trabajo. Si amar te ayudaría a sentirte feliz, si
decides sentirte feliz, esa vibración te ayudará a entrar en la sintonía del
amor que deseas. El error que muchas personas cometen es esperar a que la vida
cambie para sentirse bien cuando podemos provocar el efecto al revés, es decir,
cambiemos primero nuestra energía y se transformará nuestra realidad o, dicho
de otro modo, busquemos primero el reino interior (el proceso interno), y todo
lo demás se nos dará por añadidura (Evangelio según San Mateo 6:33). Por tanto,
dejemos de esperar, pensemos, sintamos y actuemos como las personas que queremos
ser porque, recuerda, tu realidad es la respuesta a tu vibración. Conviértete
hoy en el cambio que deseas ver en tu vida.
Comprendiendo
la espiritualidad
La
influencia descendente y la limitación ascendente en los niveles del ser
encarnado
Aumentar
el nivel de consciencia
Cómo
eliminar los pensamientos negativos
El camino
interno del descubrimiento
Cómo
gestionar los pensamientos
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